Alrededor de medio millar de personas se acercaron ayer por la noche al cementerio de la ciudad para celebrar el Día de los Difuntos y recordar a los que ya no están. La procesión organizada por la Cofradía de las Animas de San Atilano recorrió el camposanto municipal, como suele ser habitual todos los años, renovando así un acto que suele contar con una notable participación.

La entrañable celebración contó este año de forma extraordinaria con la presencia del obispo de Zamora, Gregorio Martínez, quien pronunció unas palabras de evocación de los difuntos, a quienes hay que tener presentes siempre en el recuerdo, y que nunca acabarán de morir para sus familiares y amigos.

La Cofradía de las Animas de San Atilano está formada por cerca de 300 personas y suele contar todos los años en el Día de los Difuntos con la participación del coro de la hermandad de Jesús, Luz y Vida, cuyos integrantes se encargaron ayer de poner el sonido a la noche de difuntos.

La hermandad de Jesús, Luz y Vida tiene una fuerte vinculación con el cementerio de San Atilano, ya que fue creada para recordar a los que no están y en sus desfiles procesionales de Semana Santa se acerca siempre al camposanto, donde los hermanos rezan una oración por los muertos.

Ayer, los cofrades de las Animas de San Atilano, congregados a la entrada del cementerio, donde se ubica la cruz, recorrieron un año más la necrópolis alumbrados por la luz de las velas y rezando el rosario, dando continuidad así a la tradición. La cofradía de las Animas de San Atilano procesiona el Cristo que se guarda en la capilla del cementerio.