Toro "mima" sus viñedos con la poda de invierno

El Consejo Regulador suma 5.432 hectáreas de cepas, que serán tratadas por los viticultores antes del desborre

Un viticultor realiza la poda en una parcela de viñedo de la DO. | M. J. C.

Un viticultor realiza la poda en una parcela de viñedo de la DO. | M. J. C. / M. J. C.

Los viticultores de la Denominación de Origen Toro se afanan estos días en la poda del viñedo, la labor más importante de cuantas se realizan durante el invierno y de la que, en buena medida, dependerá la futura «fertilidad» de las vides en la próxima vendimia.

En total, la Denominación de Origen Toro cuenta con 5.432 hectáreas cultivadas con viñedo, que producen las uvas de las seis variedades autorizadas en la zona para elaborar vinos amparados por el marchamo de calidad.

El Consejo Regulador ha destacado que, por lo general, la poda de invierno se extiende desde diciembre hasta marzo, siempre antes del desborre o la salida de las yemas, aunque la mayor parte de los viticultores optan por realizarla en enero y febrero, cuando el viñedo ha perdido la práctica totalidad de las hojas.

La poda, según el órgano vinícola toresano, definirá muchos aspectos de la futura campaña de vendimia, ya que prepara a la planta para el siguiente ciclo vegetativo, la brotación que, en la zona de Toro, suele comenzar a finales de abril.

De otro lado, destacó que la poda de viñedo consiste básicamente en cortar las ramificaciones de la cepa para evitar que crezca de forma incontrolada y para modular su estructura.

Por este motivo, las labores de poda son imprescindibles para regular la futura producción del viñedo y para «mantenerlo sano y con vigor». Y es que la poda se centra en suprimir total o parcialmente ciertos órganos de la vid, principalmente pámpanos y sarmientos, con lo que se consigue reducir la carga o producción de la cepa y el tamaño del sistema vegetativo.

Los viticultores de la Denominación de Origen Toro son conscientes de la importancia de la poda de invierno, ya que permite alargar la vida de las vides, asegurar la cosecha o maximizar la fotosíntesis en función del sistema de conducción para obtener una uva más equilibrada. Asimismo, la técnica permite modificar la forma de la cepa para evitar que crezca como una planta trepadora.

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