El futuro del sector primario

Innovación desde el cielo para hacer más fácil la vida a la ganadería y la agricultura

El tratamiento de imágenes por satélite contribuye a mejorar la eficiencia de los cultivos

El dron se muestra como un gran aliado de los pastores para controlar los rebaños

Un dron vuela con un paisaje montañoso de fondo.

Un dron vuela con un paisaje montañoso de fondo. / JAVIER FERRER

A. Rillo

El campo persigue desde hace décadas la fórmula perfecta que garantice la eficiencia y la sostenibilidad, que logre producciones a precios razonables y proporcione mayores rentas y mejores condiciones de trabajo.

Un propósito encomiable convertido en ocasiones en un empeño por sobrevivir a los golpes producidos por inclemencias meteorológicas, plagas, bloqueos comerciales y procesos inflacionarios que solo dejan margen para resistir o abandonar.

La innovación asegurará el futuro del sector primario. La idea lleva décadas traduciéndose en mejoras tecnológicas mediante procesos de mecanización e investigación y, más tarde, de digitalización. Las herramientas de precisión ya permiten un control exhaustivo de las explotaciones, lo que redunda en beneficio de la productividad. Eso es dinero, tiempo y esfuerzo, tres factores en los que precisamente el campo no regatea nunca. Sin dejar de mirar al cielo para interpretar lo que viene (todo ayuda), la perspectiva cambia y desde las alturas ahora se escrutan los terrenos y se controlan las cosechas y los animales.

Porque, aunque aún haya a quienes se sorprendan ante un pastor que guía a su ganado por el monte con la ayuda de su perro, de su vara y… de un dron, lo cierto es que no se trata de ninguna quimera futurista, sino de una innovación ya contrastada por el trabajo de Javier Ferrer, responsable técnico de la finca experimental La Garcipollera que el CITA dedica al estudio de la agricultura y la ganadería de montaña.

Empujado por la curiosidad y en colaboración con la empresa aragonesa Delsat International Drones, sometió a estudio la respuesta de las ovejas al acercamiento y estímulo de un dron que emulase las tareas de un perro pastor. El aparato superó con nota dos test: uno en verano, en pastos de montaña de hasta 2.500 metros de altitud, donde el dron reunió las ovejas y las condujo al pasto escogido empleando una hora de trabajo frente a la jornada completa de la labor a pie. Y otro en otoño, consistente en recoger el rebaño y bajarlo al valle camino de la paridera. Una tarea resuelta así en horas frente a los varias días habitualmente empleados.

Una tablet reproduce en directo las imágenes captadas desde el cielo por un dron.

Una tablet reproduce en directo las imágenes captadas desde el cielo por un dron. / JAVIER FERRER

Su explicación aparece trufada de ejemplos concretos que llaman la atención: los drones ayudan a superar barreras, reducen los tiempos de labor, ahorran desplazamientos y multiplican sus aplicaciones. Desde un ganadero en silla de ruedas que controla sus animales a través de una pantalla, al rescate de unas ovejas enriscadas con el manejo de un joystick, el análisis visual a distancia de una vaca que sufre un prolapso de vagina para su rápida detección y tratamiento o la revisión del estado de infraestructuras clave en los puertos de montaña como abrevaderos, puntos de sal y perímetros de vallado.

«El uso de drones permitirá mejorar la calidad de vida de los pastores, será un punto de apoyo. Su labor se hará más eficiente y tendrán más tiempo para dedicarlo a su familia o a otros menesteres», avanza Ferrer. Unas expectativas que han encandilado a muchos ganaderos, decididos a dar ese salto de modernidad.

Pero el dron no es un juguete y exige certificarse como piloto. Y también requiere de una inversión total de entre 3.000 y 5.000 euros, «económicamente baratísimo por la ganancia que a la larga comporta». Ferrer piensa en los ganaderos jóvenes, «más ávidos» en el manejo de las nuevas tecnologías, y en «el uso compartido del dron», en consonancia con el aprovechamiento comunal de los pastos de montaña.

Este proceso de modernización de la labor ancestral de los pastores de los puertos puede recibir ahora un impulso determinante de las administraciones. «Estamos ahora mismo en un momento crucial, a la espera de que se resuelva la convocatoria de un potente Grupo Operativo de la Asociación Europea para la Innovación», comparte Ferrer.

En esa carrera por la innovación, los satélites también vuelan más alto que los drones. Su desarrollo sirve en bandeja imágenes muy nítidas y frecuentes de superficies inmensas. Ingente cantidad de información, gran parte de ella de uso libre en aplicaciones gratuitas. Pero el oro hay que trabajarlo.

A ello se dedica la empresa oscense Sonea Ingeniería y Medio Ambiente, ubicada en el Parque Tecnológico Walqa, especializada en la teledetección por satélite para el sector agrícola y el medioambiente (también imparte cursos sobre Agricultura 4.0). «Lo valioso está en saber interpretar los datos y convertirlos en servicios útiles para los clientes», explica Marta Mercadal, directora al frente de un equipo de tres profesionales.

Uno de los trabajos realizados por la empresa oscense Sonea.

Uno de los trabajos realizados por la empresa oscense Sonea. / SONEA

Con un software propio, desarrollado en su momento con fondos de ayudas a la Industria 4.0 del Gobierno de Aragón, Sonea, especializada en los cultivos leñosos, monitoriza campos de frutales, olivares y almendros, analiza también la variabilidad y profundidad de los suelos, localiza fallos en los sistemas de irrigación, elabora proyectos cartográficos… «Trabajamos con productores, regantes, inversores que necesitan información para decidir sobre la compra de terrenos para su explotación…», enumera Mercadal.

La profusión de datos que reciben cada dos o tres días en forma de imágenes y el tratamiento del histórico multiplican las aplicaciones, según desarrolla la directora de Sonea: «Colaboramos con bodegas elaborando mapas sobre la variabilidad de los cultivos, detectamos zonas interesantes para plantar, estudiamos el rendimiento de campañas previas para trazar estrategias de futuro».

Como si de un oráculo se tratase, los clientes acuden buscando asesoramiento: cómo es realmente mi finca, qué debo sembrar, cuándo me interesa cortar realmente el riego, qué orientación de los aspersores resulta más oportuna, cuáles están fallando realmente, qué zonas se encharcan con mayor facilidad «Contribuimos a reducir la incertidumbre y a optimizar los insumos en una época de escasez y también nos anticipamos para que el posible daño que se produzca sea menor», remata Mercadal.