La procesión del Silencio, suspendida: "No podemos arriesgar el patrimonio"

La Hermandad del Cristo de las Injurias había optado por el recorrido corto, desde la Catedral hasta la carpa de Claudio Moyano, pero la lluvia trastocó los planes en el último momento

VÍDEO | Así fue la suspensión de la procesión del Silencio

David Tesfamical de las Heras

Carlos Gil Andrés

Carlos Gil Andrés

Los cofrades del Silencio de la Semana Santa de Zamora van a coger con especiales ganas la procesión del año que viene, en primer lugar por no poder salir este año y en segundo, porque cumplen en ese 2025 el centenario de su fundación. 

El intento de un recorrido corto

No se puede acusar desde luego a los directivos de la Hermandad del Cristo de las Injurias de timoratos, ya que estaban dispuestos a sacar la procesión a la calle para aprovechar la ventana de oportunidad que, parecía, dejaba el frente de lluvia y viento. Es más, parecían más preocupantes las rachas de aire que la cantidad de lluvia que se preveía escasa.

Por eso la decisión fue sacar la procesión a la calle aligerando lo más posible para evitar sorpresas y realizar prácticamente el recorrido de las rúas hasta recogerse en la carpa de la plaza de Claudio Moyano.

Los hermanos aguantaban las rachas de viento y la ligera llovizna que por momentos caía sobre el parque del Castillo y salieron a su encuentro los pebeteros, el de la torre y la Cúpula. 

Se abrieron las puertas de la Seo para que saliera el Cristo de las Injurias y todo cambió.

La lluvia frustró las ganas

La lluvia no es que llegara a ser tampoco demasiado intensa, pero ya obligaba a abrir paraguas e iba más allá de lo que se suele conocer como llovizna o cuatro gotas.

El presidente, Rufo Martínez de Paz, se acercó al micrófono donde el obispo (en este caso el Nuncio) iba a pedir silencio a los cofrades y desde donde Luis Felipe Delgado iba a pronunciar la ofrenda al Santísimo Cristo de las Injurias. Ninguno de los dos pudo acercarse al lugar; sólo el presidente para indicar lo que ya se veía venir, la suspensión de la procesión, por una razón de peso: «No podemos poner en peligro el patrimonio de la cofradía».

Agradeció a los hermanos el gesto de acercarse para procesionar en una tarde más acorde para quedarse en casa, así como al público que se había acercado para ver el Juramento del Silencio. Pero no podía ser y sólo quedaba emplazar a todos para conmemorar como se merece el centenario de una hermandad que se ha hecho hueco en el corazón de los zamoranos. Fue mucha la gente que quiso entonces acompañar a la cofradía al interior de la Catedral para participar en la sencilla ceremonia con la que se cerraba dignamente el encuentro del Miércoles Santo.

El Nuncio de su Santidad el Papa en España, monseñor Bernardito Cleopas Auza, fue el encargado de pedir Silencio a los hermanos de la Cofradía del Cristo de las Injurias en el acto celebrado en el interior de la Catedral, un breve pero solemne rezo que sirvió para poner el punto y final a las celebraciones de este año, dado que la procesión no pudo salir. Se colocaron en primera fila las autoridades, entre ellas la exministra Ana Pastor, junto a autoridades y políticos de todo signo. En las bancadas abundaban los hermanos de la cofradía que asistieron aún compungidos a la lectura del capellán del Silencio, Francisco Díez García y el obispo diocesano Fernando Valera, encargado de poner el punto y final al encuentro. 

Hubo, claro, aglomeraciones de personas, un cierto barullo típico de estas situaciones en las que hay mucha gente, poco sitio y además, había que dejar paso para que se recogieran los pebeteros y los hermanos que habían aguantado estoicamente en el exterior. 

Quizá hubo cierta frustración porque las previsiones apuntaban a una tarde infernal, pero a medida que pasaban las horas parecía que se podía salvar el desfile. Y cuando estaba a punto de suceder, siquiera con el recorrido corto, se puso a llover quizá de la forma más intensa de toda la tarde. 

El hecho de que no se llegara a poblar la plaza de la Catedral de los caperuces rojos hizo que todo se quedara en un conato.

Sirvió la apertura de puertas de la Catedral para que los hermanos y zamoranos en general pudieran ver la talla del Cristo de las Injurias, convenientemente colocado en la mesa para desfilar y situado en el trascoro de la Seo, junto a la imagen de la Virgen de la Esperanza, también preparada para su propio desfile en la mañana de este Jueves Santo, esperemos que con mejor fortuna que el Cristo del Miércoles. No hay que irse muy lejos, sólo hasta el año 2019, para recordar otra suspensión por lluvia, en el año en el que se debía estrenar como oferente Juan Emilio Antón, al que por cierto, el año siguiente pilló la pandemia y tuvo que esperar otro año más a cumplir su sueño.

Fue esta la segunda suspensión de una procesión (tras la del Vía Crucis) en la Semana Santa de 2024, que se puede dar con un canto en los dientes si todo acaba así, porque las previsiones apuntan a que puede haber alguna otra cancelación.