Opinión | Siete días y un deseo

José Manuel del Barrio

Conflicto a la vista

En Vega de Tera es imprescindible practicar el sentido común

Vega de Tera contra la planta de biogás

Vega de Tera contra la planta de biogás / J. A. G.

En el medio rural los conflictos se viven con muchísima más intensidad que en las zonas urbanas. Lo explico en mis clases en la Universidad de Salamanca y lo defiendo en congresos, conferencias, talleres, etc. Las razones son obvias, aunque no siempre se entienden ni comprenden: cuanto más próximas, frecuentes e intensas son las relaciones sociales en la vida cotidiana, los problemas, cuando estallan y no se resuelven con rapidez, se enquistan y erosionan la convivencia de un modo muy dañino y perjudicial. Cuando esto acontece en una localidad pequeña, como en Vega de Tera a raíz de la polémica sobre el proyecto de construcción de una planta de biogás, saltan todas las alarmas. Y cuando saltan, solo quedan dos caminos: acudir rápidamente al lugar de los hechos para saber qué sucede o, como en tantas ocasiones, mirar para otro lado.

También hemos aprendido que es más conveniente prevenir que curar y que, cuando las alarmas suenan, es muchísimo mejor dar la cara que ahuecar el ala, como suelen hacer con frecuencia las aves. Y este mantra sirve para cualquier circunstancia, peligro, disyuntiva, antagonismo o combate, ya sea personal o colectivo. Pero una cosa es predicar y otra, muy distinta, dar trigo, como decían en mi pueblo. Para que se entienda: que podemos conocer la teoría sobre lo que debe hacerse ante un problema concreto y, sin embargo, no ser capaces de aplicar lo que supuestamente sabemos y preconizamos a los cuatro vientos.

Los problemas, cuando no se resuelven con rapidez, se enquistan y erosionan la convivencia de un modo muy dañino y perjudicial

No defiendo, ojo, que sea lo que está sucediendo en Vega de Tera, cuyo conflicto estoy siguiendo únicamente, al menos hasta la fecha, a través de los medios de comunicación. Por tanto, me falta captar, en vivo y en directo, las percepciones de las personas afectadas, tanto las de quienes están a favor de la planta de biogás como las de quienes abanderan y luchan contra su construcción, que, por lo que parece, no son pocas. Es muy posible que a partir de ahora me deje caer por la localidad y los pueblos limítrofes para sondear las opiniones de unas y otras, tomar el pulso de la opinión pública y auscultar lo que se esconde tras un conflicto que puede dejar heridas abiertas que luego sean difíciles de cicatrizar. Y para que eso no suceda, por favor: es imprescindible practicar el sentido común, la diplomacia, la escucha activa, la búsqueda de puntos en común y otras de las numerosas estrategias que se utilizan a la hora de gestionar los conflictos. Y termino con otra evidencia que no quiero pasar por alto: lo que estamos observando en Vega de Tera deja en muy mal lugar a esa legión de leguleyos que piensan, escriben o defienden que en las áreas rurales nunca pasa nada o que los cuatro gatos que residimos en la supuesta España vaciada apenas tenemos fuerzas y energías para seguir adelante. Como puede comprobarse con este incidente y con muchos más que saltan por aquí y por allá, se vuelven a equivocar. ¿Aprenderán y aprenderemos? Ojalá.

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