Opinión | Zamoreando

Errores bochornosos

En lo que se ha convertido el arte de la política, ahora más en consonancia con la marrullería

Pedro Sánchez, María Jesús Montero y Yolanda Díaz, la semana pasada en el Congreso.

Pedro Sánchez, María Jesús Montero y Yolanda Díaz, la semana pasada en el Congreso. / EP

Es vergonzoso todo lo que está ocurriendo en política. Las formas, el tono bronco empleado por todos, la crispación, las mentiras, las manipulaciones, las falsedades que se vierten a diario, la falta de ética y de estética, la incoherencia, las necedades que se vierten constantemente, el espectáculo bochornoso que a diario se representa en el gran teatro de la política que no sólo es el Congreso de los Diputados, cualquier mitin, cualquier plató de televisión, cualquier inauguración, en un tren, en un avión, por la calle, cualquier lugar es válido, incluso un tanatorio, para que dejen constancia de la mala educación, de la falta de saber ser y estar que tiene nuestra nunca bien ponderada, con razón, clase política. En el juego del "y tú más" se les va pasando la legislatura.

Los medios de comunicación no pueden entrar en ese juego. Los medios de comunicación tienen que estar muy por encima de una autoexcluyente clase que se ve abocada a la vergüenza y al reproche debido a sus conductas a todas luces inapropiadas. Ni en los patios de vecinos de los peores arrabales se dan conductas tan inapropiadas como las que a diario nos ofrecen los dirigentes españoles, sin generalizar, aunque son pocos los que se libran de ser señalados con el índice acusador.

El medio del editor José Miguel Contreras, Infolibre, se ha visto forzado a rectificar una información en la que acusaba a Alberto Nuñez Feijóo de haber favorecido a su pareja con 114.000 euros cuando presidía la Xunta de Galicia. La información de la que la ministra María Jesús Montero se había hecho eco, se demostraba que era una mentira ya que la Xunta de Galicia no dio ayuda alguna o subvención a la empresa en la que trabajaba Eva Cárdenas, pareja de Feijóo. La rectificación tardó en producirse 24 horas, lo que permitió al presidente del Gobierno de España y sus ministros, explotarla políticamente. El mal ya estaba hecho.

Qué pena que las rectificaciones no se realicen con la misma celeridad con que se montan las mentiras, los bulos, las infamias que a diario se utilizan para machacar al contrincante. En unos casos más que en otros.

Suscríbete para seguir leyendo