Opinión | Zamoreando

Aceite adulterado

Los alimentos constituyen una fuente de alarma constante

Operación contra la distribución de aceite adulterado entre Guardia Civil, Carabinieri y Europol

Operación contra la distribución de aceite adulterado entre Guardia Civil, Carabinieri y Europol / GUARDIA CIVIL

Los alimentos constituyen una fuente de alarma constante. Sobre todo aquellos procedentes de Marruecos. Por cierto, me gustaría saber si algo de lo poco o lo mucho que adquirimos en grandes superficies, cuyos nombres están en la mente de todos, no procede de Marruecos. Y, otra cosa, no queremos que añadan etiquetas sobre la que indica la procedencia exacta del producto que estamos comprando. La picaresca también es cosa de los grandes supermercados, no solo de los amigos de lo ajeno que se ponen las botas a base de productos de primera como ibéricos, laterío de calidad y bebidas alcohólicas.

Desde que nos enteramos que nos están vendiendo fresas enfermas de hepatitis A, procedentes de Marruecos, nos hemos vuelto desconfiados. Servidora busca pero no encuentra fresas de Aranjuez que están para quitarse el sombrero o de Huelva que también están exquisitas y con total garantía para su consumo. Todo lo que encuentro procede del reino alauita, como si en el reino de España no tuviéramos frutas, verduras y hortalizas que, además, son puro delicatesen.

Pues bien, tras poner nuestra atención preferente en los productos de la huerta, ahora resulta que tenemos un problema con el aceite. Agentes de la Gendarmería marroquí en Casablanca han desmantelado una red criminal que se dedicaba a la elaboración y promoción de aceites adulterados destinados al abastecimiento de restaurantes y comercios de alimentación. Los productos que vendían eran nocivos para la salud pública, ya que realmente estaban destinados a la elaboración de cosméticos y aceites de motor. En los registros se incautaron 6.000 litros de aceites adulterados, además de decenas de litros de otros líquidos, que probablemente se usaron para la adulteración.

Los criminales, porque no merecen otro calificativo, utilizaban botellas con marcas internacionales falsificadas que rellenaban con el aceite adulterado con productos químicos antes de suministrarlo a restaurantes, especialmente los que cocinan pescado o fabrican dulces. Lo miremos como lo miremos y por donde lo miremos, tocan todos los palos y no dejan un solo alimento al albur, merced a la materia prima que ya viene adulterada. Quiero recordar lo ocurrido con una prestigiosa marca española de aceite de oliva que también ha estado sujeta a la falsificación en Marruecos. No sé cómo acabaremos. Todos intoxicados o enfermos.

Me viene a la memoria aquel trágico episodio protagonizado por el aceite de colza adulterada. Ocurría en los años 80. El escándalo del aceite de colza adulterada causó conmoción en España y la peor crisis sanitaria hasta la aparición del coronavirus. Según la Organización de Consumidores y Usuarios de España, 5.000 personas murieron y al menos 20.000 quedaron con secuelas de por vida tras consumir aceite industrial que se vendía como apto para el consumo humano. Fue el llamado "Síndrome del Aceite Tóxico (SAT)" que se convirtió en una nueva enfermedad y destrozó la vida de miles de familias en España. Desgraciadamente Zamora no fue ajena a la tragedia.

Aquello tendría que hacernos más exigentes con los productos que compramos y a la Administración más eficiente y eficaz. Nada digo del papel de la Sanidad que no puede dejar pasar ni una más a Marruecos. El aceite marroquí adulterado e incautado por la autoridad también podía poner en peligro a quienes lo pudieran utilizar en el ámbito de la cosmética. De pena.

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