Buena jera

Abascal, ignorante cum laude

¿Comparten los votantes de Vox los insultos de su jefe a la Universidad de Salamanca?

El líder de Vox, Santiago Abascal.

El líder de Vox, Santiago Abascal. / EP

Luis Miguel de Dios

Luis Miguel de Dios

A estas alturas de la película todavía desconozco si Santiago Abascal y sus mesnadas hacen las declaraciones que hacen por provocar, por hacerse notar o porque son así. El rector de la Universidad de Salamanca, Ricardo Rivero, lo tiene bastante más claro. En su respuesta a las desafortunadas palabras del líder de Vox en una convención ultra en Estados Unidos, el señor Rivero ha acusado al señor Abascal de "irresponsable ignorancia" sobre la historia, trayectoria y funciones de la institución salmantina. O sea, que don Santiago es un ignorante. Tengo mis dudas. No creo que el jefe de Vox desconozca lo que significa la Universidad de Salamanca. Seguro que se lo ha preguntado al consejero de Cultura de Castilla y León, Gonzalo Santonja, bejarano de nacimiento, nombrado, a propuesta o exigencia de Vox, por el también salmantino Fernández Mañueco. Es decir, que Salamanca aparece por todos los lados, De ahí que lo de "ignorancia" me suene raro. Ricardo Rivero ha sido muy piadoso.

Creo que las declaraciones de Santiago Abascal obedecen a otros motivos, sobre todo a un ego que crece mientras baja su partido en las encuestas electorales. Quiere hacerse notar, especialmente cuando tiene público de altura, a su nivel. En la citada reunión norteamericana, estaban, entre otros, nada menos que ilustres demócratas como Donald Trump y el presidente argentino Javier Milei. ¿Cómo no intentar lucirse ante semejante auditorio? Que digan todos: qué bien habla, qué trascendentes y grandes mensajes manda este españolito bravo, bizarro, terror de la izquierda bolivariana y de todas las izquierdas que en el mundo han sido. Y para sacar pecho y salir a hombros arremetió contra la Universidad de Salamanca. Y también contra otras dos prestigiosas: Bolonia y Harvard. Todas ellas se han convertido, según el baranda ultra, en "máquinas de censura, coacción, adoctrinamiento y antisemitismo". Solo le faltó meter en el mismo saco el feminismo, la memoria histórica, la violencia familiar y el traslado de los restos de Franco. Desconozco si Trump entendió algo, incluso si sabe dónde queda Salamanca. Habrá que preguntárselo en la próxima cita.

El caso es que aquí se armó el revuelo; poco para lo que el asunto merecía. ¿Qué habríamos oído, y con razón, si esas palabritas hubiesen salido de la boca de un dirigente del PSOE, Sumar, Podemos, etc? De hecho, casi todo el PP salió en tromba contra Óscar Puente cuando dijo, con poca fortuna cual fino estilista que es, que esta tierra es un geriátrico. Esta vez, Abascal ha suscitado menos reacciones y menos virulentas. Pelillos a la mar y a seguir gobernando, aunque el vicepresidente García-Gallardo afirmase en Zamora que el discurso de Abascal fue "memorable", o sea que quedará en la memoria de todos. De eso hay pocas dudas, pese a que los motivos para aplicar ese adjetivo no sean los mismos que aplica Gallardo. Y si no que se lo pregunten al pleno del Ayuntamiento de Zamora, que censuró la perorata de Abascal casi, ¡oh milagro!, por unanimidad. Solo, claro, con la oposición de Vox.

El lío ha tenido escasa resonancia nacional y eso que en juego estaba el prestigio y el buen hacer de la universidad más antigua de España a la que se acusa de males que deslegitiman a cualquier institución democrática. Una universidad que censura, que coacciona, que adoctrina y que, además, es antisemita no puede llamarse universidad, sino otra cosa muy distinta. Y si la universidad salmantina tiene todos esos defectos, ¿qué tipo de universidad quiere Abascal? Lo tiene claro: "Queremos universidades que sean templos del saber, de la libertad de pensamiento, de la trasmisión de conocimiento; y no queremos comisarios perturbados que inventen géneros, que perviertan la inocencia de los menores, que reescriban la historia o que promuevan ideologías criminales". Así de tajante. Como se descuide, acaban expulsándole a él de Vox porque algunos de sus concejales y altos cargos están haciendo en ayuntamientos y gobiernos autónomos precisamente lo que él rechazó ante Trump. Han censurado obras de teatro, películas, libros y actos que no les gustaban. Democracia pura, libertad de pensamiento, trasmisión de conocimiento.

Así que, a la vista de la evolución del problema, ya tenemos los ingredientes para que don Santiago Abascal sea propuesto como "Ignorante cum laude" y sea recibido con togas y música medieval en el aula donde Unamuno se enfrentó a Millán Astray. Y si esa distinción no está a la altura de sus innegables méritos, que le nombren "Doctor horroris causa".

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