Miré los muros de la patria mía, si un tiempo fuertes ya desmoronados…

Mi generación no tuvo patarrona, ni desfiles, ni concursos, ni madres o amigas modistas que confeccionaran disfraces

Desfile de carnaval en Puebla de Sanabria

Desfile de carnaval en Puebla de Sanabria

María Teresa del Estal

Construimos en 2022 una gran peña de carnaval integrada por casi treinta participantes, más de la mitad, niños y niñas. Con esta alegría y disposición confeccionamos un universo circense aderezado por las maravillosas canciones de los payasos de nuestra infancia. Conseguimos unos coloridos y logrados disfraces alquilados en una curiosa y singular "maison" leonesa y creamos un vistoso universo coreográfico para salir airosos en el exigente carnaval de Puebla de Sanabria.

Así que este año comenzamos con dicho complicado y alto listón.

Lo primero y, teniendo en cuenta las edades, era prioritario poder representar una temática unitaria y otorgar el testigo a los protagonistas que son los pequeños y las pequeñas. Sin olvidar incluir a todos los personajes, para darle un sentido global que siguiera gustando al público que todos los años acude al desfile (si la climatología lo permite) y llena el Salón de las Candelas.

El tiempo corría y la disparidad de ideas inundaba nuestros teléfonos con mensajes, enlaces y fotos inspiradoras. Pero no había consenso en ese crucial momento.

Miré los muros de la patria mía, si un tiempo fuertes ya desmoronados…

Miré los muros de la patria mía, si un tiempo fuertes ya desmoronados… / María Teresa del Estal

La intencionalidad era clara y así en una convocatoria concejil sometimos a votación las opciones que más claramente se vislumbraban en nuestras conversaciones. Por fin en una desapacible tarde de domingo, un acto de democracia nos empujó a seguir el camino para continuar progresando en nuestro empeño.

Teniendo claro que el roll adulto en nuestro carnaval no es más que dejar de ser uno mismo para ponerse en la piel del común y conseguir un momento de diversión, tan merecido; el pudor, la vergüenza o el reparo desaparece para encarnar el papel encomendado, enmascarado en un halo de individual y necesario desparpajo.

Nuestro lema de pasarlo bien encajó a la perfección con el tema creado allá por el año 1989 del grupo que ha sonorizado gran parte de nuestra juventud. Con la suerte de haber podido estrenar recientemente la película homónima, el plató de aquellas calles pucelanas nos transportó a esos tiempos de encapsulada rebeldía y de reivindicación de la pandilla de los noventa. Como estas notas son el pasado no hay otra que claudicar e incluir también en nuestra melodía este presente musical que a algunos se nos resiste. Es de agradecer los malabares vocales que a menudo realizan los cantantes de reguetón y la rapidez y el envolvente ritmo que desfigura y hace menos inteligible (gracias a los dioses) esas "modernas" letras. Y es que mal que nos pese estos ritmos han llegado para de momento, quedarse. Todo con el permiso de "Vixen" que no es ni más menos que la traducción anglosajona del controvertido hit musical salido del Levante.

Así pues, seguimos trabajando en los ensayos que exponían nuestras carencias y nuestra necesidad de mejorar siempre con el fin de una exigencia moderada en un ambiente distendido. Uno por aquí, otro por allá, más que vienen y van. El galimatías hacía imaginar una maraña en la que siempre asentíamos, a pesar de que costaba encarrilar. Y por fin llegó el día en que espontáneamente todo encajó. He de reconocer que la cara y la sensación de los componentes de la peña de que habíamos logrado algo que costaba y que parecía tan difícil hizo que por primera vez en muchos años creyera, con conocimiento, en toda la parafernalia de estas fechas.

Mi generación no tuvo patarrona, ni desfiles, ni concursos, ni madres o amigas modistas que confeccionaran disfraces. Ni tiendas dispuestas con miles de artículos en sus escaparates, ni envíos adaptados a todas las necesidades festivas. Ni elaborados maquillajes, ni luces de neón, ni videos, ni música, ni cañones de confeti. Ni carrozas, ni desfiles con animosas charangas, ni preparamos ni presentamos actuaciones ante un público con una ensayada o espontánea coreografía.

Esto no existía ahora en este momento sí. Todo muda, cambia y se adapta.

Con esta lección aprendida y mirando hacia atrás nos dimos cuenta que en estas semanas habíamos seguido edificando nuestro pequeño gran país y quisimos terminar por darle la vuelta al salmo XVII de Quevedo: pues ya de la carrera de la edad no fuimos cansados y ya no caducos en nuestra valentía.

Por Carnaval, voy a pasármelo bien.

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