Siete días y un deseo

Disminuido

Dejemos de utilizar la palabra "normal" y sus acepciones para referirse a quienes son diferentes

Personas aplauden desde la tribuna de invitados en el pleno del Congreso que debate la toma en consideración de la iniciativa impulsada por el PP y el PSOE para reformar el artículo 49 de la Constitución y eliminar el término "disminuidos".

Personas aplauden desde la tribuna de invitados en el pleno del Congreso que debate la toma en consideración de la iniciativa impulsada por el PP y el PSOE para reformar el artículo 49 de la Constitución y eliminar el término "disminuidos". / EP

José Manuel del Barrio

José Manuel del Barrio

En qué estarían pensando los ponentes de la Constitución española y quienes la aprobaron en las Cortes Generales al incluir "disminuido" en el artículo 49 de la Carta Magna, reformado, ¡por fin!, tras 45 años de historia. "¿Pero no pueden dedicarse a cosas más productivas?", sentenciaban varias personas, sin dos dedos de frente, sin alma y sin corazón, al ver los debates en el Parlamento sobre esta cuestión. ¡Como si cambiar una palabra por otra no fuera un asunto trascendental y de hondo calado! Y muy productivo, por usar la expresión de esos patanes que descalificaban lo que se estaba deliberando y aprobando en la sede de la soberanía popular. Tan productivo o muchísimo más que cultivar cereales, sembrar remolacha o poner ladrillos, que es a lo que se dedican esos cuadrúpedos que, recuerdo una vez más, se expresaban con menosprecio ante el cambio histórico (¡sí, histórico!) que hemos vivido. No obstante, he de reconocer que esta visión tan personal chocará con la de quienes se han despachado diciendo que no es para tanto, que el cambio está bien y que era necesario, pero que tampoco va a cambiar la vida de las personas afectadas. O sea, que también hay jumentos que piensan que dejar de usar la voz "disminuido" no va a cambiar la vida de la gente. Lo cual es no entender nada. ¿Pero en qué país vivimos? Porque estas cuestiones son precisamente las que nos hacen más humanos. Aunque, visto lo visto, eso de la humanidad se la trae al pairo a más de uno.

Y aprovecho este debate para hacer una solicitud: dejemos de utilizar la palabra "normal" y sus acepciones para referirse a quienes son diferentes. En las aulas universitarias, que es uno de los ámbitos en los que me muevo, es habitual que el alumnado emplee este vocablo para mencionar que "tal o cual conducta es normal", "tal o cual persona es normal", "tal o cual ritual o práctica religiosa es normal". Y cuando así se expresan, yo les digo que si el resto de conductas, personas, rituales o prácticas religiosas que no se ajustan a esos patrones no son normales; es decir, que si son "subnormales", que sería una acepción con la que se estaría expresando lo mismo. Y entonces no saben qué responder porque, según he comprobado, nadie les ha explicado el alcance y las consecuencias personales de utilizar unas palabras en vez de otras. Si aún no sabe de qué estamos hablando, pondré un ejemplo. Imagine que tiene un familiar (hijo, hermano, tía, prima, etc.) con síndrome de Down. ¿Le parecería bien que alguien se refiriera a esas personas diciendo que no son normales? Yo lo he tenido que escuchar cientos de veces y, cada vez que lo oigo, me subo por las paredes. Y lo mismo sucede cuando, en muchísimas ocasiones, nos referimos a quien se desplaza en silla de ruedas o necesita algún artilugio para caminar. Fíjense si lo que escribo es cierto que hasta en los espacios para aparcar aún se sigue leyendo "Reservado para minusválidos". ¡Ay, qué poca sensibilidad!

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