No puede darse siempre crédito a las apariencias

Detrás de cada envoltorio puede haber un bombón de trufa o un caramelo de menta

Ilustración

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Agustín Ferrero

Agustín Ferrero

No puede uno dar siempre crédito a las apariencias, porque hay muchas cosas que llegan a engañar a simple vista. Sea a la vista o algún otro de nuestros sentidos, el caso es que lo que suele prevalecer es la apariencia. Mismamente hay un producto que gusta mucho a los niños, y que todos hemos consumido en algún momento de nuestra vida, especialmente cuando éramos pequeños: ese que se presenta normalmente con dos cremas, cacao y blanco, que una vez "untadas" en una loncha de pan adquieren un sabor delicioso. De hecho, sigue teniendo el mismo éxito, a pesar de que se sepa que contiene ingredientes que no son precisamente los mejores para nuestro organismo; de hecho, hasta hace poco tiempo llevaban incorporado aceite de palma. Y es que nos cuesta creer que algo que tiene un sabor tan apetitoso pueda contener alguna sustancia que pueda perjudicar. Pues eso, que la apariencia es algo distinto de lo que realmente llegan a ser las cosas.

Sin ir más lejos, y a propósito de las apariencias, me viene a la memoria una vivencia, acontecida hace unos cuantos años, que tuvo como protagonista a una de mis amigas. Estaba a punto de empezar el actual siglo, cuando fue estrenada "Seis días y siete noches", una película romántica no exenta de aventuras, en la que compartían protagonismo Anne Heche y Harrison Ford.

Hay un producto que gusta mucho a los niños, y que todos hemos consumido en algún momento de nuestra vida, especialmente cuando éramos pequeños: ese que se presenta normalmente con dos cremas, cacao y blanco, que una vez «untadas» en una loncha de pan adquieren un sabor delicioso. De hecho, sigue teniendo el mismo éxito, a pesar de que se sepa que contiene ingredientes que no son precisamente los mejores para nuestro organismo; de hecho, hasta hace poco tiempo llevaban incorporado aceite de palma

Por entonces, Harrison Ford o "Indy", como queramos llamarlo, ya había protagonizado dos películas de la saga de "Indiana Jones", además de la serie "Star Wars" y la mítica "Blade Runner". Tal curriculum, unido a sus encantos personales constituían un modelo de hombre merecedor de ser tomado como referencia, y objeto de atracción sexual para muchas mujeres. La verdad es que méritos no le faltaban al genial actor. Así que no tenía nada de particular que mi amiga, como gran parte de sus contemporáneas, se encontrara prendada por él.

La anécdota viene a colación de un comentario que llegó a hacer sobre lo bien que se lo habría pasado Anne con "Indy", en aquella isla desierta donde se ambientó la película, conviviendo como robinsones, durante seis días y siete noches. ¡Lo que es la "jodía envidia"! Pero en lo que ella no había caído era que, por aquellas fechas, Anne se encontraba casada con la famosa presentadora de televisión norteamericana Ellen de Generes de la que estaba enamorada hasta las trancas, por lo que no cabía pensar que, en aquel momento, le apeteciera mucho tener un rollo con el atractivo "Indy". O, a lo mejor sí, vaya usted a saber. Así que aquella "jodía envidia" nunca supimos si estuvo o no justificada.

Alguien pudo haber pensado si la delgada, exquisita y casi mística Anne, estuvo influenciada por el hecho de ser lesbiana (según decían algunos) pero, en realidad, no parece que perteneciera a esa orientación sexual, ya que antes estuvo casada con el músico Lindsey Buckingham, así como con el actor Steve Martin. De hecho, con posterioridad a su matrimonio con la famosa presentadora televisiva, volvió a casarse, esta vez con el camarógrafo Coleman Laffoon. Y, posteriormente, otra vez más con el actor James Tupper. Vamos, una vida amorosa bastante ajetreada, donde predominaron los hombres, que solo se vio interrumpida por su temprana muerte, en accidente de tráfico, hace un par de años.

También es habitual ver en los medios de comunicación noticias que más tarde comprobamos que no se corresponden con la realidad, pero a las que, en un principio, damos todo crédito, porque tienen la pinta de merecerlo. En esa línea, a título de ejemplo, podíamos citar la del atentado acontecido en Irán, hace unos días, que causó la muerte de más de cien personas. El gobierno iraní y un buen número de medios de comunicación le imputaron la responsabilidad del atentado a Israel, lo que hizo que mucha gente llegara a creerlo así. El hecho de la existencia de la guerra entre Israel y Gaza apuntalaba la noticia. Y más aún al considerar que el atentado estuvo dirigido contra una multitud que homenajeaba a un general de las Fuerzas Quds de la inteligencia militar iraní, eliminado por los EEUU hace tres años. Pero mira tú por dónde, un par de días después, salió a la palestra el Estado Islámico auto adjudicándose tal atentado.

Pues eso que no puede uno fiarse de las simples apariencias, porque detrás de cada envoltorio puede haber un bombón de trufa o un caramelo de menta.

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