El espejo de tinta

Guarido y Lobo. Mentalidad XS

Coinciden los expertos, la Asociación de Amigos del escultor, su familia y, hasta hace unos días todos los partidos políticos zamoranos excepto Izquierda Unida

Esculturas en el interior y en el exterior del museo, según la propuesta de Rafael Moneo para el Castillo. | Cedida

Esculturas en el interior y en el exterior del museo, según la propuesta de Rafael Moneo para el Castillo. | Cedida / Proyecto

Ángel Macías

Ángel Macías

Esta podría ser la octava o novena columna de las que durante mis años de opinión en este medio he dedicado a reclamar el Castillo para el Centro de Arte Contemporáneo Baltasar Lobo y éste para Zamora. En este tiempo, de los pocos que públicamente defendíamos esta opción, que es por la que apostamos durante los últimos años de alcaldía de Antonio Vázquez, hemos ido pasando cada vez a más adeptos, convencidos de que el Castillo, Lobo y Zamora se merecen esa conjunción única para mejora su presente y potenciar su futuro.

Pero no va a ser una columna para eso. Va a serlo para dejar en evidencia, que aún hace falta, aunque no hay más ciego que el que no quiere ver, el estilo despótico del alcalde más cerrado a escuchar a sus ciudadanos que haya pasado –al menos desde hace medio siglo– por la Casa de las Panaderas. La opacidad y el despotismo han caracterizado su acción (y sobre todo su inacción) durante los ocho años de gobierno municipal que lleva ya acumulados, más de la mitad de ellos en compañía de un PSOE comparsa al que igual le da so que arre con tal de obtener unas migajas de poder y representación. Que los resultados electorales lo hayan acompañado no ha hecho más que contribuir a su ya paradigmática actitud.

En lo de Lobo y el Castillo, coinciden los expertos, la Asociación de Amigos del escultor, su familia y, hasta hace unos días todos los partidos políticos zamoranos excepto Izquierda Unida, a diferencia de tan solo hace cuatro años en que el único partido desde el que promovíamos tal solución era Por Zamora. Pero digo hasta hace unos días porque ante la cerrazón de Guarido y la inexistencia de criterio propio en sus concejales, el PSOE de David Gago ha traicionado programa y compromiso y, entre el alcalde y la ciudad ha optado por dar la espalda a los zamoranos.

Una vez aprobado por la Asociación de Amigos de Baltasar Lobo que la única ubicación realmente digna y apropiada es el Castillo, con cariño, simpatía y cercanía, que por momentos ha parecido excesiva incluso, sus directivos han intentado convencer a Guarido de que su opción inicial, persistente y cerril de llevar la obra de nuestro escultor al edificio del Ayuntamiento Viejo es una aberración y una condena a desperdiciar tan valioso y poderoso legado. Esfuerzos estériles. Para nada han servido. En ningún momento, como en muchas otras cuestiones ciudadanas, ha dado ni siquiera espacio el alcalde a acoger una esperanza de reflexión y análisis.

El Ayuntamiento Viejo no deja de ser otra solución provisional, cutre, pobre e indigna de Zamora y de la obra y la memoria de Lobo. En primer lugar porque no cabe más que una pequeña parte de la obra. En segundo lugar porque no permite el trabajo de investigación y divulgación. En tercer lugar porque buena parte de las mejores esculturas necesitan un espacio y una atmósfera imposibles de acoger en tan exiguo edificio. A ver si nuestro alcalde y sus dóciles mascotas del PSOE lo entienden, es como si los Reyes Magos le traen un polo talla XS a Guarido y trata de ponérselo para ir al próximo pleno. Lo que no cabe, no cabe.

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