Opinión

La política inoculada de necedad

CARTAS DE LOS LECTORES

CARTAS DE LOS LECTORES

"De cuantas cosas me cansan/ fácilmente me defiendo,/ pero no puedo guardarme/ de los peligros de un necio" (Lope de Vega).

Me sucede a mi lo mismo, me resulta difícil sustraerme a los peligros que encierra, día tras día, el vocinglero de unos políticos que persisten en aclamar como presidente del Gobierno a alguien incapaz de obtener una mayoría parlamentaria para poder gobernar. La necedad alcanza tal magnitud que niegan la legalidad y la legitimidad de las urnas de aquellas formaciones políticas que han dado su apoyo parlamentario al partido que hoy gobierna en coalición. Le ocurrió lo que al personaje de la canción de Nat King Cole, "Nadie me ama".

La necedad es un peligro para un devenir en la convivencia social. Una convivencia actual deteriorada, cuando se apela a la deslegitimación, al insulto, a la provocación, a la mentira. Se constata un déficit democrático, que parece ser consustancial en toda la historia de este país. Cuarenta años desde que se ha intentado lograr un régimen democrático. Sin embargo tal intento no fue límpido en sus orígenes. Fue una Transición intervenida por el aparato franquista. Subsisten aquellas estructuras de poder del viejo régimen: el económico, el judicial, el militar y el del político, cuando este último de la va de mano de una derecha ultraconservadora que se arroga la propiedad de todas las instituciones. Incapaces de reconocer que ellos son los promotores de una involución denominada dictadura, que, al contrario, se la indilgan a los contrarios de su credo político. Marchamo de necedad.

No hay más ciego que aquel que no quiere ver. Y se ve en aquellas autonomías donde gobierna la derecha reaccionaria. En ellas agoniza la libertad de expresión, de libertad de géneros. Legatarios de Torquemada que resucitan la censura franquista, para reivindicar la mojigatería. Ni el mismo Fernández de Moratín podría imaginarse que su obra teatral se escenificaría en el solar de una de las dos Españas de hoy. La de ¡Santiago y cierra España!, la de unidad de destino en lo universal, la de reserva espiritual de Occidente. Para Menéndez Pelayo, "martillo de herejes, luz de Trento, espada de Roma…". Palabrería vana de chovinismo trasnochado.

Se cierne sobre el país un horizonte desnudo de libertades. Caminamos en dirección retrospectiva de la historia. Aquella de la que se manifestaba Valle Inclán: "España es una deformación grotesca de la civilización europea" (Luces de Bohemia). La España teatral de guiones esperpénticos, con elenco de necios consagrados. A estos últimos vaya una sentencia de Miguel de Cervantes: "Sobre el cimiento de la necedad, no asienta ningún discreto oficio". Rectificar, dicen, es de sabios. Aprovechen las campanadas de Nochevieja para propósito de enmienda. No la confundan con el gatopardismo, al tomar las uvas de la suerte. ¡Qué así, sea!

Abelardo Lorenzo

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