Zamoreando

En el estrellato

Las dos estrellas Michelín de Zamora revalidan un año y otro su brillo

El restaurante El Ermitaño de Benavente como el restaurante Lera de Castroverde de Campos continúan brillando con su estrella Michelin.

El restaurante El Ermitaño de Benavente como el restaurante Lera de Castroverde de Campos continúan brillando con su estrella Michelin.

Carmen Ferreras

Carmen Ferreras

Son, sin duda, las estrellas más rutilantes de universo culinario. Tres estrellas que brillan con luz propia. Tres enciclopedias de conocimientos en materia de gastronomía. Tres lujos, tres orgullos para la Zamora provincial y también para la local. Luis Lera y Pedro Mario y Oscar Manuel Pérez. O lo que es igual, los restaurantes Lera de Castroverde de Campos y El Ermitaño de Benavente. Por cierto, hablar de Luis es hacerlo de Minica Collantes, su buena madre, una mujer extraordinaria, un ser humano excepcional que reina entre fogones y que mucho tiene que ver en el camino sembrado de éxitos de su hijo.

Para mí, los éxitos de los zamoranos son mis propios éxitos. Son mis paisanos, es mi gente, como suelo decir cuando viajo fuera. Zamora, es mucho más que todo lo que se publicita en las grandes citas turísticas. Zamora es, fundamentalmente, su gente, todos los que hacen posible que sea noticia, una buena noticia como esta de la que daba buena cuenta nuestro periódico. No deja de ser gratificante saber que uno y otro restaurante siguen en el estrellato Michelín, tras haber revalidado las estrellas que les colocan como dos de los mejores restaurantes de España.

No tengo el placer, y no será por ganas, de conocer a Pedro Mario y Oscar Manuel, dos tipos agradables, siempre sonrientes que han colocado en una órbita inalcanzable a su prestigioso y prestigiado establecimiento. Por el contrario a Luis y a Minica los conozco y los quiero. Dentro y sobre todo fuera de Zamora presumo mucho de Luis y no es sólo el cariño el que me obliga, no hay obligación que valga cuando bien se quiere, es la constatación de saber que recomendar este restaurante es un acierto pleno, sin fisuras en las críticas siempre favorables.

Lo que no conseguimos por otros medios, ante unas administraciones que se repiten, que están faltas de ideas cuando de "vender" Zamora se trata y alguna que otra organización siempre en candelero que ha hecho de la subvención sus modus vivendi y operandi, sin aportar nada ni siquiera en el plano en el que se mueve, lo consiguen a título individual, a título personal zamoranos que luchan por ver reconocido su trabajo, zamoranos que no se duermen en los laureles.

Es difícil hacerse un hueco en semejante parnaso ocupado por estrellas indiscutibles, reconocidas internacionalmente. Sin embargo, las dos estrellas Michelín de Zamora, que casualidad, las dos de la provincia, revalidan un año y otro su brillo, su calidad y su calidez, su buen hacer, esos platos con texturas y sabores que los han llevado al lugar que ocupan desde hace ya algún tiempo.

Llegar por méritos propios es lo más difícil pero a la vez lo más gratificante, lo más importante. Tengo un motivo de orgullo más para abrazar el sueño de que Zamora puede y debe salir de su ostracismo endémico. Lo conseguirá gracias a los propios zamoranos. Hoy por hoy, ese orgullo tiene nombres propios: Pedro Mario, Oscar Manuel, Luis y Minica. Enhorabuena, paisanos. Este es el paisanaje por el que merece la pena luchar.

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