Sobre la amistad: A Mariángeles y David

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Cartas de los lectores

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En la vida cotidiana, quizá por la costumbre; que, a veces, es tan poquísimo rigurosa en lo que a la exactitud de sus expresiones con la auténtica realidad y comportamiento; se atribuye el concepto de "amistad" a quienes, realmente, no la merecen; si nos atenemos a sus hechos y actitudes respecto a quien la considera, erróneamente, como tal; pudiendo dar, como resultado, en algunas ocasiones, a comportamientos, o falta de ellos, que no responden a tal consideración personal; con las decepciones, las descalificaciones reputacionales que, entre otras consecuencias adversas, se pudieran derivar para los que, de buena fe, esperaran aquellos que sí actuaran a lo que se creía fuera una relación humana desinteresada, empática, de entrega, de ayuda, de comprensión, afectuosa, sin reservas.

"El ponerse en el lugar de los demás", como la ignorancia que se manifiesta al pensar que nunca necesitaremos del prójimo, de no reflexionar sobre la conveniencia y, sobre todo, la conveniencia de tener una comunicación fluida, sincera, verdadera, respetuosa, discreta, madura, inteligente, con el mayor numero de personas que se lo merezcan, implica el reflexionar sobre ello y, consecuentemente, adoptar cada día la actitud de exigirse, como en los demás aspectos y obligaciones de la vida, la mejora continua con los demás y consigo mismo.

Como dicen en "mi pueblo", hay que "hablar con propiedad"; y nada mejor para conseguirlo que acudir al Diccionario de la Lengua Española de la RAE, que define la "amistad" como "afecto personal, puro y desinteresado, compartido con otra persona, que nace y se fortalece con el trato"; lo que realmente no suele suceder; si no más bien lo contrario, pues acontece que cuanto se alarga el “trato”, más se conocen las "cuitas", no para tratar de ayudar a resolverlas con el parecer, con la gestión, de lo que se pueda; si no para "airearlas" indebidamente.

Es por ello, para detectar las "falsas apariencias" de los "encantadores de serpientes", de los "sonrisitas", de los "chistosos", de la doblez, de los demás "congéneres", hay que procurar adoptar todo tipo de reservas, de "no comment", que se utiliza en los ámbitos diplomáticos cuando no se puede, o se debe, hacer ningún comentario; y sí conocer los "antecedentes" de todo tipo que provengan de "fuentes fiables y dignas de crédito", que dirían los "chicos de la prensa"; y obrar en consecuencia, arbitrando todo tipo de criterios, de defensas, de filtros.

Es tan "cara" la autenticidad, la personalidad de bien, que conviene siempre tener presente, especialmente cuando, por suerte o por desgracia, se conoce a nuevos "especímenes", los fundamentalísimos dichos como "obras son amores, y no buenas razones", "en las ocasiones se conocen a los amigos" y como no "por sus obras los conoceréis", Mateo7, 16-21. Claro está, si no hay "bujías", no hay "chispa" que valga.

Por todo ello siempre es conveniente, también, la lectura reposada y atenta de los textos de los grandes pensadores sobre el comportamiento humano, como "Sobre la amistad", de Cicerón.

Y siempre reconocer, y tener presente, la actitud ejemplarizante de quienes tienen sensibilidad, responden con toda exactitud a lo que calificación de la relación de amistad supone e implica; como lo corrobora, entre otros infinitos hechos, el WhatsApp "malagueño" y sus "consecuencias" que recibí y "disfruté", respectivamente, de los dos "eximios cátedros" de la USAL, a quienes recuerdo y agradezco, con este texto. Qué empatía, qué señorío, que toó… Suerte de disfrutar de personas de las que tanto hay que aprender.

Marcelino de Zamora

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