Siete días y un deseo

Polarización social

Si el "status quo" da señales de un agotamiento en todos los órdenes ¿qué podemos esperar?

Protestas en Madrid la pasada semana.

Protestas en Madrid la pasada semana. / Agencias.

José Manuel del Barrio

José Manuel del Barrio

En las próximas semanas será uno de los temas de debate que introduciré en varias de las asignaturas que imparto en la Universidad de Salamanca: la polarización social. Alguien puede pensar que lo hago porque los acontecimientos que estamos viviendo en la esfera política y en los aledaños mediáticos conducen a que no me quede más remedio. Y no, qué va. El debate estaba previsto mucho antes de que arrancara el curso académico. Concretamente, en los meses de mayo y junio, cuando suelo cerrar los contenidos, las actividades prácticas, las lecturas, los seminarios, los talleres, etcétera, que se van a desarrollar en cada asignatura. Por tanto, aunque la actualidad me lo ponga a pedir de boca, el debate estaba previsto desde cuando digo. Y es que la polarización social es mucho más que poner sobre la mesa los acuerdos y desacuerdos sobre salir a la calle a quemar papeleras, romper escaparates, asaltar el Capitolio, manifestarse frente a las sedes de los partidos o insultar a quienes nos gobiernan, acordándose de las madres y los padres que los trajeron al mundo.

En mi caso, para desarrollar el debate en clase, habrá que conocer y consultar previamente algunos materiales y recursos didácticos: libros, artículos, entrevistas, conferencias, audiovisuales, etcétera. Si usted está interesado en profundizar en estas temáticas, le propongo que consuma parte de su tiempo con alguna de las siguientes lecturas: "El arte de pactar. Estado de bienestar, desigualdad y acuerdo social", de Margarita León; "El poder. Un estratega lee a Maquiavelo", de Pedro Bolaños; "La nueva clase dominante", de Rubén Juste; "La era de los líderes autoritarios. Cómo el culto a la personalidad amenaza la democracia en el mundo", de Gideon Rachman; "La crisis del capitalismo democrático. Por qué el matrimonio entre democracia y capitalismo se está diluyendo y qué debemos hacer para solucionarlo", de Martin Wolf; "El liberalismo y sus desencantados. Cómo defender y salvaguardar nuestras democracias liberales", de Francis Fukuyama; "Las crisis de la democracia. Adónde pueden llevarnos el desgaste institucional y la polarización", de Adam Przeworski.

Me quedo con la última obra. Adam, uno de los politólogos más agudos y respetados, presenta un recorrido iluminador para comprender a fondo la situación actual de las democracias, analizando las condiciones de países de América y Europa sobre el eje del pasado y el presente. Así, examina la desestabilización de los sistemas tradicionales de partidos, el crecimiento de las derechas, el estancamiento de los bajos ingresos, la polarización que atraviesa el tejido social y afecta incluso la vida familiar o la caída de la creencia en el progreso material. Pero el autor va mucho más allá y reflexiona sobre los problemas profundos de las democracias y sobre las razones de la desconfianza ciudadana, y nos invita a sostener una pregunta sin respuestas obvias: qué puede ocurrir si los gobiernos no logran mejorar la vida de las personas que votaron por ellos. Porque esa es la clave: mejorar, mantener o empeorar las condiciones de vida de las personas. En definitiva, si el “status quo” da señales de un agotamiento en todos los órdenes (la política, la vida social, la economía), ¿qué podemos esperar?

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