El Gobierno y Europa deben escuchar el clamor para reabrir el ferrocarril Ruta de la Plata

Vías del tren Ruta de la Plata, arrancadas en Zamora

Vías del tren Ruta de la Plata, arrancadas en Zamora

Editorial

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Zamora salió ayer a la calle en una manifestación en favor de la reapertura del ferrocarril Ruta de la Plata que ha hecho historia pese a la adversa climatología, no solo por el incontestable consenso ciudadano conseguido, sino porque esta causa ha unido a todo el arco político, desde Izquierda Unida hasta Vox pasando por socialistas, populares y partidos locales que han aparcado sus diferencias para defender juntos una "postura de ciudad", una demanda que trasciende las siglas, los colores e incluso los postulados de las direcciones nacionales de las formaciones.

El 31 de diciembre de 1984 circuló el último servicio de viajeros por el tramo Plasencia-Astorga y en 1996 dejaron de hacerlo las mercancías, rompiendo un corredor que conectaba todo el oeste del país de norte a sur, desde Gijón hasta Sevilla. Han pasado tres décadas y, por primera vez, la licitación por parte del Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana de un estudio de viabilidad para reactivar el ferrocarril de la Ruta de la Plata abre una ventana de oportunidad para que Zamora recupere una infraestructura clave para mejorar su capacidad estratégica para el asentamiento de empresas.

La provincia ya "perdió el tren" de entrar en la red básica del Corredor Atlántico: las conexiones ferroviarias entre Portugal y el norte de Europa pasarán por Salamanca y Badajoz, y las de los puertos del norte de España con el centro de la península irán por León y Valladolid. La ciudad del Duero no aparece en los mapas de este gran proyecto que movilizará 16.000 millones de fondos europeos y estatales en el oeste peninsular.

Por eso, la reapertura de la Ruta de la Plata, 39 años después de su cierre para los viajeros y 28 años después de que dejara de funcionar para trenes de mercancías, es la única opción para que Zamora no quede como una "isla" totalmente desconectada de la Red Transeuropea de Transportes. Los poderes públicos no pueden dar la espalda a una ciudad que es la capital de provincia que más población perdió en 2022, y a una provincia que es el territorio de la Unión Europea con menos habitantes menores de 20 años.

Es cierto que en 2015 la Alta Velocidad conectó a Zamora con el centro de Madrid en poco más de una hora de viaje, pero la reactivación económica y social de una provincia que está a la cola de casi todos los índices demográficos requiere un esfuerzo mucho mayor de las instituciones. La conexión con la capital ya está hecha: ahora toca unir a Zamora con las comunidades vecinas de Asturias y Extremadura y, de paso, también con Portugal mediante otras infraestructuras que la sociedad civil zamorana viene exigiendo desde hace años, como el desdoblamiento de la N-122 hasta el país luso o la conexión entre Puebla de Sanabria y Braganza.

Frente a este modelo radial, los zamoranos defendieron ayer un mapa ferroviario en forma "de malla", en el que los territorios estén conectados con la capital, pero también entre ellos. Que no necesariamente haya que pasar por Chamartín o Atocha para viajar entre dos provincias españolas: que el camino entre Gijón, en el Cantábrico, y Sevilla, la capital del sur, no pase por Madrid sino por Zamora

En 1761 el rey Carlos III firmaba el Decreto que establecía la primera Red Radial de Caminos, materializado un siglo más tarde en la Ley Arteta de 1851, origen de las seis carreteras nacionales más importantes del país, que aún hoy tienen su Kilómetro 0 en la Puerta del Sol de Madrid. Desde ese momento hasta nuestros días, todos los grandes proyectos de infraestructuras de transporte terrestre ejecutados en España se han esforzado en unir la capital con las principales ciudades costeras de la península. Un esquema que el tiempo y la experiencia han demostrado que sirve para vaciar más rápidamente el interior del país, acelerando la fuerza centrípeta de la capital para absorber población del resto de la meseta.

Frente a este modelo radial, los zamoranos defendieron ayer un mapa ferroviario en forma "de malla", en el que los territorios estén conectados con la capital, pero también entre ellos. Que no necesariamente haya que pasar por Chamartín o Atocha para viajar entre dos provincias españolas: que el camino entre Gijón, en el Cantábrico, y Sevilla, la capital del sur, no pase por Madrid sino por Zamora.

Tras más de 200 años de una "España radial", el impulso de la Red Transeuropea de Transportes a los corredores Atlántico y Mediterráneo ha hecho virar esta política histórica, pero una vez más los poderes públicos se olvidan de las provincias del interior, a pesar de que la reapertura de los 340 kilómetros de ferrocarril clausurados entre Astorga y Plasencia, y que atraviesan la provincia de Zamora de norte a sur, interconectaría entre sí el ramal sur y el ramal noroeste del Corredor Atlántico.

Además, recuperar el tráfico de viajeros en esta línea ofrecería una alternativa al transporte por carretera para acercar entre sí ciudades que ya cuentan con vínculos económicos y culturales muy estrechos, como Zamora y Benavente o Zamora y Salamanca. Ese es precisamente el principal objetivo de las redes de transportes en forma de malla, "coser" territorios y sociedades, un modelo mucho más frecuente en el centro y norte de Europa que el modelo radial ibérico.

Por otro lado, reactivar el flujo de mercancías en este corredor del oeste de España es vital para el éxito de otros proyectos imprescindibles para la dinamización de la economía en la provincia, como la reindustrialización de Benavente con el polígono Puerta del Noroeste y la inminente apertura de la fábrica de Latem Aluminium. Por eso, la alcaldesa de la ciudad también se sumó en Astorga a las manifestaciones en favor de la reapertura del ferrocarril de la Ruta de la Plata.

La clausura de la línea ferroviaria a finales del siglo pasado, por parte del Gobierno de Felipe González, supuso el cierre de industrias harineras en los pueblos de Zamora que perdieron el servicio de mercancías, como ocurrió en Manganeses de la Lampreana, e incluso la desaparición de localidades como La Tabla, que se había fundado alrededor de una estación de tren en el centro de la Tierra de Campos. Pequeñas fábricas rurales que no volverán, pero el Gobierno central tiene una oportunidad de enmendar el error histórico contribuyendo a la reindustrialización de Benavente y Zamora con la reapertura de una versión más moderna, electrificada, de este corredor.

Los empresarios de la provincia son conscientes de la importancia de esta infraestructura tan necesaria para el futuro de la economía de la provincia, por eso asociaciones como Zamora 10 o la Red de Autónomos se unieron a la manifestación organizada por la Plataforma Corredor Oeste, de la que forma parte la Asociación Ferroviaria Zamorana.

El pasado jueves la convocatoria sumaba otro apoyo fundamental: el de la Junta de Castilla y León, cuyo portavoz, Carlos Fernandez Carriedo, recordó que el Gobierno autonómico ya se opuso en los 90 al cierre del ferrocarril, y señaló la importancia que el presidente Alfonso Fernández Mañueco dio a esta reivindicación en el Debate de Política General celebrado en octubre, incluyendo la reapertura de la Ruta de la Plata en el Pacto de Comunidad que ofreció a todos los grupos parlamentarios. La reapertura de la línea de ferrocarril va en sintonía con las políticas generales de la Unión Europea para conseguir "un transporte seguro, sostenible y conectado", ya que ofrecer más alternativas al flujo de viajeros y mercancías por carretera reduciría la huella de carbono para alcanzar la neutralidad climática.

El Gobierno y la Unión Europea deben escuchar a la sociedad zamorana, a todos sus representantes políticos y a la Junta de Castilla y León, y acelerar los trámites para la inclusión del ferrocarril Ruta de la Plata en la Red Básica Ampliada del Corredor Atlántico para su posterior ejecución antes de 2040. El proyecto no puede quedarse en un estudio de viabilidad que acabe siendo papel mojado. Es hora de que las instituciones miren hacia el oeste.

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