La España de los centenarios | Manuel Martínez Molezuelas

Curtido por la guerra, la cárcel y el hambre, “pero feliz” a los 107 años

Manuel Martínez Molezuelas, del pueblo de Ferreras de Abajo y nacido el 22 de marzo de 1917, es el varón de mayor edad en la provincia de Zamora

ESPECIAL MULTIMEDIA | La España de los centenarios

Manuel Martínez Molezuelas, de 107 años, en la actualidad.

Manuel Martínez Molezuelas, de 107 años, en la actualidad. / LOZ

Quizás el aire de la Sierra de la Culebra, en el oeste de la provincia de Zamora, sea el secreto para llegar a viejo con buena salud, pero en el pueblo de Ferreras de Abajo (361 habitantes) viven cinco personas centenarias. El de mayor edad es Manuel Martínez Molezuelas, que a sus 107 es una enciclopedia andante de la vida. Su memoria y su corazón guardan un millón de aconteceres buenos y malos que han dibujado en su semblante la estampa de un hombre bueno.

Nació el 22 de marzo de 1917 en el seno de una familia humilde en San Pedro de Ceque (Zamora), que entonces contaba con 1.028 vecinos. Su primera prueba de fuego fue la epidemia de gripe española, a la que sobrevivió cuando solo era un bebé de un año. En la escuela aprendió a leer y escribir, y las “cuatro reglas” (suma, resta, multiplicación y división) para defenderse en la vida. “Éramos muchos niños y niñas que estudiábamos la lección y ayudábamos en casa lo que buenamente podíamos. Eran otros tiempos en los que igual no había tantas comodidades como ahora, pero éramos felices”, recuerda.

La provincia de Zamora, más aún en la posguerra, fue cuna de emigrantes, gentes obligadas a buscarse la vida para progresar lejos de la tierra que los vio nacer

La provincia de Zamora, más aún en la posguerra, fue cuna de emigrantes, gentes obligadas a buscarse la vida para progresar lejos de la tierra que los vio nacer

El día 18 de julio de 1936 estalló la Guerra Civil cuando Manuel era sólo un adolescente. La vivió y sufrió en sus carnes, pues fue llamado a filas sin haber cogido un fúsil en su vida. En Zamora se instruyó lo justo para ir al frente, uno de los momentos más difíciles de su vida, pues aguantó toda la contienda: dos años combatiendo y el otro como prisionero en Andalucía. La mirada de Manuel se entristece al recordar esa época: “Fueron tres años muy duros, españoles contra españoles, hermanos contra hermanos, pasé mucha hambre, sobre todo durante el año que estuve prisionero”.

La provincia de Zamora, más aún en la posguerra, fue cuna de emigrantes, gentes obligadas a buscarse la vida para progresar lejos de la tierra que los vio nacer; Manuel, curtido por sus duros años de combatiente, fue uno de ellos. Cogió la fardela, “que ni maletas había entonces”, para trabajar duramente en la cuenca minera de Asturias, Madrid y Toledo, hasta que cruzó los Pirineos a Francia durante tres años.

La familia de Manuel Martínez Molezuelas.

La familia de Manuel Martínez Molezuelas. / LOZ

Tras volver a su pueblo encontró el amor cuando tenía 25 años de edad. Contrajo matrimonio con la joven Dominga Furones Sastre, que dio como fruto cinco hijos, que a su vez le han dado numerosos nietos y bisnietos. Su familia, los Martínez Furones, definen a Manuel como “un hombre muy sociable y correcto, con muy buen humor y muy activo físicamente. Solía hacer mucho deporte, siempre le gustó mantenerse en forma y cuidarse”, y quizás ese haya sido uno de los grandes secretos que le han llevado a su longevidad.

En los años 50 trabajó en la construcción de la presa de Vega de Tera, en Sanabria, que en 1959 reventó arrasando el pueblo de Ribadelago, donde dejó 144 muertos. “Yo me encargaba de lo que llamaban el hogar, donde se daba a comer a los obreros y camioneros”, rememora apenado por una tragedia que resonó en todo el mundo.

Finalmente, se instaló con su mujer e hijos en Bilbao, donde trabajó como portero hasta que llegó la hora de jubilarse y disfrutar del merecido descanso en su pueblo natal.

Manuel Martínez Molezuelas.

A la izquierda, Manuel Martínez Molezuelas en su juventud; a la derecha, durante la celebración de sus 100 años. / LOZ

Uno de los momentos más felices de Manuel Martínez Molezuelas fue cuando al cumplir los cien años sus vecinos le organizaron un homenaje al que asistió el pueblo entero: “El señor Manuel es una magnífica persona y un ejemplo a seguir para todos nosotros”, aseveraban sus paisanos con admiración.

San Pedro de Ceque es su patria chica, pero en el año 2014, cuando el señor Manuel contaba ya 97 años, se mudaba Residencia de la Tercera Edad “San Juan Bautista” de Ferreras de Abajo, donde se siente, así lo reconoce, como si estuviera en su propia casa. Allí, respirando el aire puro de la Sierra de la Culebra, sigue realizando su día a día con sus ya 107 años y su continua y cautivadora sonrisa.