Zamoreando

Menos puestos de trabajo

Desde que el mundo es mundo todos hemos querido ser ricos

Archivo - Billetes de euro, dinero

Archivo - Billetes de euro, dinero / EUROPA PRESS - Archivo

Carmen Ferreras

Carmen Ferreras

Dicen que el dinero no da la felicidad pero ayuda a conseguirla. Desde que el mundo es mundo todos hemos querido ser ricos, a ser posible, directamente millonarios, trabajar menos y ganar más. Y al decir trabajar menos, no hablo de la intensidad, sino de la duración en horas, aunque luego pocos sepan en que emplear el tiempo libre, salvo aquellos que ni en el tajo ni en el hogar paran y que son fundamentalmente mujeres trabajadoras y amas de casa.

No quiero que se convierta en una fija continua en esta ventana de papel, pero resulta que la atención preferente de empresa, sindicatos y trabajadores recae continuamente en ella, en la inefable ministra de Trabajo y Economía Social, además de vicepresidenta en funciones, Yolanda Díaz. Esta señora, de discurso ininteligible, se ha empeñado, como líder de Sumar, en conseguir votos que le permitan permanecer en el chollo, perdón, quise decir cargo, y se ha abanderado en la reducción de la jornada laboral sin medir las consecuencias, dando leña al mono que es de goma, encarnado el simio en los empresarios en general.

PSOE y Sumar han unido sus fuerzas para proponer esa reducción en la que parece que le va la vida a la vicepresidenta, pero por el mismo salario que equivale a una subida del sueldo al ingresar más dinero por cada hora trabajada. Pues bien, un análisis del Observatorio Económico de la Universidad Francisco de Vitoria advierte que, de aplicarse, se llevaría por delante un buen número de empleos a tiempo completo, concretamente más de 273.000 sólo en 2024 y 2025, casi todos los empleos nuevos previstos por Moncloa para el próximo año.

¿Por qué quienes gobiernan no emplean la cabeza? ¿Por qué no piensan para evitar ciertos desajustes y fiascos? ¿Para qué quieren la cabeza y los infinitos asesores que mantienen en nómina? Para mí querría yo ese momio. Según explica el Observatorio, la medida implica "costes adicionales a las empresas, que habrán de contratar a más trabajadores para mantener el mismo nivel de producción, sin un aumento en la productividad, para poder alcanzar el mismo nivel de producción". Parece un galimatías, pero no, es la pura y estricta realidad. El riesgo identificado por el Observatorio es que muchas empresas no podrán hacerlo, porque su estructura de costes no se lo permitirá. Por lo tanto, el crecimiento se va a desmoronar.

¿Qué puede pasar? Pues que tales medidas estimularán la salida de empresas de España en busca de un mejor entorno para su actividad. Son muchas ya las empresas españolas que están mirando de reojo a Portugal. Y mientras el país luso sube como la espuma, España se hunde lenta y progresivamente en medio de las ocurrencias de unos y otros. Siendo como es todo ello malo de solemnidad lo peor es que al no crearse nuevos puestos de trabajo, la demanda aumentará pero la oferta se estancará sin remisión. Un problema que los responsables de la medida no han visto o no han querido ver.

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