Buena jera

Del dicho al ¿hecho?

Muchas de las demandas del mundo rural ni siquiera llegan al Congreso y al Senado

Despoblación en Zamora: la España Vacía o España Vaciada.

Despoblación en Zamora: la España Vacía o España Vaciada. / ANA BURRIEZA

Luis Miguel de Dios

Luis Miguel de Dios

Hace ya algunos meses, tal vez años, que está de moda hablar de la España vacía, o vaciada, o abandonada, o póngale usted el adjetivo que quiera. No hay declaración de los políticos que no citen el asunto cada vez que pisan esta tierra u otras con parecidos problemas. Soluciones no dan, pero palabras no faltan. Y parece que todos se esfuerzan por hallar la frase más redonda, más impactante, quizás con el único objetivo de epatar al personal, de inducirle a pensar "cuánto se preocupa esta persona por nosotros, qué interés pone". Y, claro, a la gente le nacen esperanzas, las ilusiones de creer que ahora sí, ahora ya toca que se acuerden de nosotros y se pongan a ello. Y así llevamos lustros, decenas, yo diría que siglos. Como en aquella canción que se puso de moda hace un tiempo, "paroles, paroles, paroles", o sea palabras, palabras, palabras. Pero luego pasa lo que pasa. Sopla el viento y se lleva todas las sílabas de un golpe. Y a esperar otra ración de promesas hasta que resurjan las bufaradas de aire.

Ni el fenómeno ni las sensaciones, y pesimismo, que acarrean son nuevos, pero se ha publicado un estudio que lo demuestra con datos. Lo ha elaborado Political Watch, aparece en el informe del 2023 de Cotec y lo publicó este periódico antier. En él se comprueba que eso del desinterés político, incluso desdén, por el mundo rural no es una impresión subjetiva y negativa; es objetiva, real, palpable. Tan palpable que nace en el Parlamento, allá donde tendrían que abordarse todos los males y tratar de ponerle salidas viables, enfocadas al bienestar del personal. Pues, no. Según el referido informe, Congreso y Senado ignoran una de cada cuatro demandas de los pueblos; es decir, como si no existieran las preocupaciones de ese mundo al que tanto se alaba y defiende… De boquilla.

Son muchas las deficiencias y ausencias observadas por Political Watch, pero, a grandes rasgos, pueden resumirse en una: falta de diálogo entre la España rural, entre sus hombres y mujeres, y sus representantes políticos. Y si no existe ese diálogo, ¿qué puede esperarse? Sencillamente, lo que está ocurriendo casi desde los tiempos de Viriato: que si los que tienen la obligación de buscar soluciones no se enteran de nada (o casi), esas soluciones no llegan, no pueden llegar; nadie arregla lo que no conoce. Y mucho menos si considera que es algo lejano, como de otra galaxia. Y ahí reside el quid de la cuestión: para demasiada gente urbanita, incluidos los políticos, el mundo rural no existe, si acaso para pasar el fin de semana, los puentes, las fiestas del pueblo y ya está. Otro gallo suele cantar cuando los males atañen a las ciudades o a determinadas zonas. Así nos enteramos todos, por ejemplo, de los problemas de las "Cercanías" en Cataluña, o de los ruidos en los alrededores de Barajas, o de la limpieza en la ría de Bilbao, o de la falta de arena en unas cuantas playas. Esos problemas sí suelen llegar al Parlamento, sí se discuten, sí se negocian, sí se anuncian inversiones. Los de esta tierra duermen el sueño de los justos. Y debe de ser tan profundo el sueño que hace centenas de años que no despiertan.

Otra de las quejas recogidas por Political Watch es la sanitaria. En concreto, habla de "un sinfín de cuestiones vinculadas con la asistencia médica", entre ellas garantizar el derecho a la teleasistencia, favorecer el acceso a especialistas, mejorar el servicio de trasporte público para facilitar la movilidad de los pacientes y aumentar el número de dotaciones hospitalarias. ¿Hace falta todo eso en Zamora, en Castilla y León? Ni hablar. En lo sanitario, aquí atamos los perros con longaniza, somos unos privilegiados. ¿Que no me creen? Pues, repasen lo que acostumbran a asegurar los delegados provinciales de la Junta, el consejero de Sanidad o el presidente Mañueco cada vez que se aborda este asunto, ya sea en rueda de prensa, en las llamadas "declaraciones institucionales" (o sea, donde no se puede preguntar) o en las Cortes. Así que las gentes de Sayago, Alba, Aliste, la Carballeda y otras comarcas donde hay protestas sanitarias semanales se quejan de vicio, por no estar calladas, solo por causar un daño político al gobierno de coalición PP-Vox. Una de las investigadoras del informe, Belén Agüero, lo tiene claro: de los asuntos sanitarios no ha habido "la más mínima mención". Como para que a alguno se le caiga la cara de vergüenza.

De modo que el viejo refrán sigue teniendo vigencia: del dicho al hecho, va un buen trecho. Y más si no hay hechos, solo palabras.

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