Zamoreando

"Cuando a la vaca el cuerno le suda…"

Deben adoptarse medidas para evitar la propagación de la EHE

Un hombre medica a una vaca con una garrocha

Un hombre medica a una vaca con una garrocha / ANA BURRIEZA

Carmen Ferreras

Carmen Ferreras

Y concluye el refrán, "… agua segura". Agua se anuncia para este fin de semana de clima otoñal. Agua que no sé si le viene bien o mal al campo. Estoy pensando en la vendimia. Bienvenida sea si así se logra paliar en cierta medida el bajón que sufren los embalses y la sequía que da más miedo que otra cosa y que ha puesto, entre otros factores, el aceite de oliva a precios prohibitivos.

Pero no son ahora ni el aceite ni la lluvia los que más me preocupan. Me preocupan sobremanera las manifestaciones de nuestros ganaderos con respecto a la Enfermedad Hemorrágica Epizoótica que afecta a las habitantes de tantas explotaciones de vacuno. Yo no entiendo mucho de estas cosas. Me gustaría ser como Irene Gómez o Celedonio Pérez que las dominan y saben de su importancia. Sólo que Irene y Celedonio son únicos.

Me llamó poderosamente la atención el titular del pasado jueves: "Las vacas no tienen fuerza ni alegría". Dicho así incluso me parece trágico. Ignoro cómo se mide la alegría de una vaca, aunque lo puedo suponer aún a riesgo de equivocarme. Con respecto a la fuerza no tengo dudas. Algo va mal, muy mal, cuando las vacas, que se destacan por su hermosura, flojean, están débiles.

Me contaba un veterinario amigo que la EHE es una enfermedad vírica infecciosa no contagiosa, transmitida por mosquitos culicoides, que afecta a animales rumiantes silvestres y domésticos. ¡Puñetero mosquito! Podría haber ido a tocarle el "culicoide" a quien yo le dijera y haber dejado en paz a nuestros rumiantes, a esas vacas que son nuestro sustento y que por culpa del jodío mosquito han perdido su alegría.

La EHE, según directivas de la Unión Europea, es una enfermedad objeto de vigilancia sobre la que deben adoptarse medidas para evitar su propagación. Sin levantar el índice acusador para señalar a gobiernos, en este caso autonómicos, cabe preguntarse si han tomado las medidas pertinentes tras conocerse el primer caso. Porque no hay que esperar a que el "fuego" se propague, señor Quiñones, sino actuar antes de que nos quedemos sin vacas, señor Dueñas.

Castilla y León, y por ende Zamora, no es la única comunidad autónoma en enfrentarse a este grave problema, pero es la que nos importa a los zamoranos. Es a nuestros ganaderos a quienes afecta el problema. Y no estamos para cerrar explotaciones y empobrecer más si cabe el campo. Debería existir una vigilancia preventiva y tratar de hallar el origen. Al mosquito en cuestión hay que darle cuanto antes por el "culicoide" para que la fuerza y la alegría vuelva de inmediato a las vacas.

Suscríbete para seguir leyendo