Zamoreando

Agresiones en aumento

La protección de los agentes pasa por armas efectivas y eficaces

Policías en el aeropuerto de Málaga

Policías en el aeropuerto de Málaga / POLICÍA NACIONAL MÁLAGA

Carmen Ferreras

Carmen Ferreras

Ya no sólo, siendo mucho, las que constantemente se perpetran contra las mujeres dentro y fuera del ámbito doméstico, sino las que sufre la autoridad encarnada en policías, bien locales o bien nacionales. Se ha pasado del miedo y el respeto que infundían los uniformes a un envalentonamiento chulesco y desproporcionado, sobre todo si la agresión se efectúa en manada, que se debe combatir de raíz si queremos que la eficacia siga presidiendo el trabajo de nuestros agentes.

No pasa un solo día sin que se dé cuenta de la agresión o intento de agresión sufrido, en este caso por policías de ambos cuerpos. Agresiones en las que participan por igual hombres y mujeres, aunque los primeros se llevan la palma. Y no la del martirio, que queda reservado para el agente agredido que suele salir muy mal parado.

Detener a un delincuente, detener a un violento, conlleva la simpatía de quienes contemplan la detención, hasta el punto de tomársela como propia y emprenderla a patadas y puñetazos contra los agentes del orden. Los malos con público a favor, mientras los buenos sufren, de palabra y de obra, lo que no está en los escritos. Cuando los insultos no son suficientes, los malos pasan a la acción, cuántas veces con ayuda de un público que en caso de problema claman por la policía como recurso para su salvación.

Hace cuatro días, dos agentes del cuerpo municipal de Guardamar del Segura, en la provincia de Alicante, sufrieron una violenta agresión, una paliza en toda regla a base de puñetazos y lanzarlos al suelo como si fueran peonzas. Los policías, en menor número, sólo pudieron esgrimir las porras reglamentarias que de poco les sirvieron, yendo a parar con sus huesos al hospital.

Ya era lo que faltaba. Es verdad que hay tres detenidos, que la actuación de la Guardia Civil que investiga los hechos ha sido impecable y rápida, pero no vale con dejar pasar la ocasión sin aplicar con nuevas medidas legislativas estos hechos deleznables que requieren un escarmiento, antes de que la chusma se suba a la chepa de la policía, lleve ésta el uniforme que lleve. Solo faltaba que la defensa de la legalidad y la libertad pública conlleve un palizón de muerte para quienes son los verdaderos garantes de su observancia.

Este tipo de agresiones sigue aumentando escandalosamente. La policía y los juristas están convencidos de que solo puede combatirse con penas más duras y con una dotación más propia de los tiempos que corren, que disuada a los delincuentes de su intención. La protección de los agentes pasa por armas efectivas y eficaces, siempre al amparo de la doctrina vigente del Tribunal Supremo.

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