Más difícil todavía

Todo depende de lo que se le ponga en el flequillo al prófugo Puigdemont

Puigdemont

Puigdemont / Europa Press

Agustín Ferrero

Agustín Ferrero

Esa era la voz que salía del speaker del circo cuando un trapecista se disponía a dar un triple salto mortal sin red. "Más difícil todavía", decía, mientras los espectadores, callados como muertos, con muestras de lividez en los rostros, fijaban la mirada en el atlético cuerpo del gimnasta. Eso es lo que está pasando ahora, tras los resultados de las elecciones del pasado domingo, próximo a oírse el "más difícil todavía".

Porque de los resultados obtenidos por el PP y el PSOE en las recientes elecciones generales podría deducirse que el PP no puede llegar a gobernar, por muy pesado que se ponga, ya que no le llega con los diputados de Vox, su socio natural, y, por si fuera poco, el resto de los partidos huyen de él como alma que lleva el diablo. El PSOE sí podría hacerlo, pero solo en el caso de continuar tensando la cuerda con los partidos independentistas, porque tampoco le llega con los diputados conseguidos por Sumar, su socio actual. Pero, el caso es que, de tanto tensar la cuerda en cualquier momento puede llegar a romperse, y encontrarse el trapecista a merced de la fuerza de la gravedad. La experiencia viene a decir que no se puede abusar del riesgo, por muy atleta que se sea, y por mucho que se desee continuar siendo la estrella del espectáculo.

Ni a los unos, ni a los otros se les ha oído decir en ningún momento que también cabria una alianza «a la alemana», entre PSOE Y PP, que daría al traste con los abusos de las minorías y que, por una vez, en España serían consideradas las mayorías como les corresponde

Dice un diario de izquierdas (El Diario) que "El PSC arrasa en Cataluña. Sumar es la segunda fuerza. El independentismo se desploma, pero tiene la llave de la investidura de Sánchez". Pues si el independentismo se desploma como dice el diario, debería ser más fácil la negociación con ellos. Pero parece ser que no es así, que todo depende de lo que se le ponga en el flequillo al prófugo Puigdemont, ese que hace unos días le pidió a la UE, en varios escritos, que multara a España por importar gas ruso. Ese adorable individuo que nos quería rascar el bolsillo a todos los españoles, incluidos los catalanes, y dentro de los catalanes también a los incondicionales que votan a su partido, no parece un socio fiable. Como tampoco el testaferro que puso en su día al frente de la Generalitat, cuando él huyó de España en el maletero de un coche. Aquel Quim Torra que elevó a los altares calificaba a los españoles de "bestias carroñeras, víboras y hienas, con una tara en el ADN". Así que, de ese partido, heredero de CiU (El del "tres por ciento"), y defensor de la familia Pujol, familiarizada con mover dinero en bancos andorranos, utilizando palabras clave, como "misales", para referirse a los millones y "el capellán de la parroquia" para hacer mención al primogénito de la familia, poco puede uno fiarse.

Claro que tampoco es que fuera digno de admiración aquel vicepresidente de la Generalitat que, cuando ejercía de presidente en funciones, se desplazó a Perpiñán para negociar con ETA, al objeto de conseguir que sus comandos no asesinaran en Cataluña, importándole un carajo el resto de los españoles. El tal Carod-Rovira, hijo de guardia civil, era entonces el líder de ERC y codirigió la Generalitat durante el período 2004-2008. Así que nos encontramos con otra formación que no se ha caracterizado precisamente por su solidaridad con el resto de los ciudadanos españoles.

Mientras el interrogante de la gobernabilidad se encuentre latente, los sesudos analistas de los medios informativos seguirán haciendo cábalas sobre las posibles alianzas. Que si este puede ir con el otro, y con el de más allá. Y haciendo combinaciones y variaciones, de tres elementos o de seis, tomados de dos en dos o de lo que haga falta. Y las empresas de demoscopia haciendo previsiones sobre lo que va a pasar en cualquiera de los distintos escenarios. Esas empresas, que actúan de manera imparcial y aciertan tanto como GAD3 para Mediaset el día 23, cuando, dijo a bombo y platillo a las ocho en punto de la tarde del domingo, que el PP más Vox iban a sacar holgadamente una mayoría absoluta para poder gobernar, continuarán pontificando respecto a lo que va a suceder en el futuro.

Ni a los unos, ni a los otros se les ha oído decir en ningún momento que también cabria una alianza "a la alemana", entre PSOE Y PP, que daría al traste con los abusos de las minorías y que, por una vez, en España serían consideradas las mayorías como les corresponde.

Pero nadie osa hacer un planteamiento de éste o similar tipo. Que siga el espectáculo del circo, y con él la voz del speaker con su "más difícil todavía".

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