Siete días y un deseo

¿Humanidad?

El derrumbe o la destrucción de la presa de Nova Kajovka, en Ucrania, es un ejemplo de inhumanidad

Ciudadanos de Jersón se mueven en lanchas por las calles inundadas por la destrucción de la presa de Novo Kajovka.

Ciudadanos de Jersón se mueven en lanchas por las calles inundadas por la destrucción de la presa de Novo Kajovka. / FERMÍN TORRANO

José Manuel del Barrio

José Manuel del Barrio

Hoy propongo un pequeño juego: buscar en el diccionario de la Real Academia Española el significado de algunas palabras. Pueden empezar por “inhumanidad”. Si lo hacen, se encontrarán con una definición muy breve: crueldad, barbarie, falta de humanidad. Y si tienen algo más de tiempo, les sugiero que busquen la voz “inhumano” en el mismo diccionario o en otros. Por ejemplo, si utilizan el Oxford Languages se toparán con una retahíla de características que ponen los pelos de punta: que no tiene o tiene muy poca capacidad de sentir afecto, comprensión y solidaridad hacia las demás personas, ni siquiera cuando sufren. Y si aún quieren saber muchísimo más sobre estos conceptos, el libro “Biografía de la inhumanidad”, de José Antonio Marina, es de obligada lectura. En sus páginas hallarán un recorrido histórico-cultural por los mayores horrores, crueldades, maldades e indolencias de nuestra historia, y por qué en su momento estas acciones fueron llevadas a cabo o se aceptaron como una especie de destino implacable.

¿Y por qué y para qué un juego de estas características, hoy que es domingo? ¿Para amargarles la misa de doce, el vermut, la paella o la fiesta de fin de curso? ¿Para llenar una columna con unas cuantas palabras y, como se dice habitualmente, aquí paz y después gloria? La respuesta es muy sencilla: simplemente para pensar sobre lo que está sucediendo a nuestro alrededor. Y “nuestro alrededor” no se refiere únicamente a lo que acontece a unos pocos metros o kilómetros de distancia del lugar donde residimos, trabajamos o estudiamos. No, es cualquier punto del globo terráqueo, es decir, nuestra casa. Sí, el hogar que habitamos 8.000 millones de personas. Sí, esa casa que solo es un punto minúsculo cuando se observa desde, por ejemplo, la Estación Espacial Internacional. Sí, ese espacio que nos acoge para vivir y, en muchos casos, malvivir. Porque malvivir es cuando alguien no tiene satisfechas sus necesidades básicas o no puede disfrutar de los derechos reconocidos en la Declaración Universal de Derechos Humanos.

Pero el juego no ha finalizado. Si están interesados en estas cuestiones, cada vez que salgan a la calle, lean el periódico, vean la televisión o conversen con alguien, presten atención a lo que observan, escuchen, olfateen, gusten o toquen. Solo tienen que utilizar los cinco sentidos. Si lo hacen, ya les anticipo que se encontrarán con algunas sorpresas. Pero háganlo sin olvidar el significado de las palabras de más arriba: inhumanidad e inhumano. Se trata, por tanto, de localizar esas conductas que se alejan del concepto de “humanidad”, que habla de la capacidad para sentir afecto, comprensión o solidaridad hacia las demás personas. El derrumbe o la destrucción de la presa de Nova Kajovka, en Ucrania, es un ejemplo de inhumanidad. Pero también aquí, a nuestro alrededor, abundan las crueldades y los horrores. Las agresiones sexuales grupales de menores en Badalona son otro ejemplo mucho más cercano. Y si buscan, se toparán con más casos. Destaparlos y hacerlos visibles es nuestra responsabilidad. Que no se olvide.

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