Buena jera

¿Dónde se meten el resto del año?

De la masificación de estos días a los 8.000 votantes menos el próximo 28 de mayo

Decenas de personas en las terrazas de la Plaza Mayor

Decenas de personas en las terrazas de la Plaza Mayor

Luis Miguel de Dios

Luis Miguel de Dios

Hoy todavía es tiempo de euforia, de sacar pecho por el éxito de una Semana Santa que nos autoconvencerá, otra vez, de que no hay ninguna como la nuestra. Mañana, ¡ay mañana!, volverá la normal anormalidad, es decir el lacerante peso de una despoblación que no cesa y que aprieta hasta un cercana asfixia. Si a cualquiera de los visitantes foráneos de estos días le contáramos, con pelos y señales, los pocos y viejos que somos en esta tierra, seguro que no nos creería, que nos tomaría por negativos e, incluso, por locos. Hoteles y pensiones llenos, restaurantes a reventar, bares donde no se puede entrar, calles atestadas, ¿y esta es la Zamora vaciada, abandonada y mustia de la que se quejan los pocos que se quejan?, se preguntarán los turistas. ¿Y qué les decimos? Depende. Los del lógico orgullo semanasantero lo tienen claro. Los demás, también. Parece evidente que, al menos, hay dos zamoras distintas. El problema es que una, la de las procesiones y los llenazos, dura una semana mientras que la otra, la del éxodo y el vacío, se prolonga durante el resto del año. Sobre la continuidad de la primera no hay dudas; la Semana Santa florecerá cada primavera. Sobre la pervivencia de la segunda sobrevuela la incertidumbre, la zozobra. Con tantos pueblos y aldeas al borde de la desaparición, de quedarse sin habitantes, su futuro se presenta tan negro como la memoria del frío. Una anciana sanabresa lo resumió con la ancestral sabiduría popular: "La gente no se está yendo, ya se ha ido".

Se cierran las casas y ya solo quedamos por aquí los cuatro paletos. La pregunta es ¿hasta cuándo? Mejor dejarlo en el aire. Buena gana de añadir tristeza a la que nos invadirá mañana mismo

La gente se fue; se sigue marchando. Muchos retornan en fechas muy señaladas: fiestas, celebraciones, acontecimientos familiares y, por desgracia, a entierros, cada vez más abundantes, significativos y simbólicos. Los que no volvieron antes, e incluso renegaron del pueblo, reciben sepultura en su lugar natal cerrando un ciclo vital vinculado a la tierra. (Además del tirón sentimental, cuentan también los gastos en sepelio y sepultura; no todo el mundo puede pagárselos en La Almudena). De modo que bastantes regresos tienen fecha de caducidad y otros están nítidamente marcados en el calendario, pero duran pocos días; cuando terminan los toros, las misas y las verbenas, vuelta a Bilbao o al apartamento que muchos han logrado comprar en Benidorm. Se cierran las casas y ya solo quedamos por aquí los cuatro paletos. La pregunta es ¿hasta cuándo? Mejor dejarlo en el aire. Buena gana de añadir tristeza a la que nos invadirá mañana mismo.

El contraste entre lo sucedido en Semana Santa y lo que nos aguarda suele invadirme cada año. En esta ocasión se ha agudizado por los estremecedores datos del censo electoral para las municipales del próximo 28 de mayo. Oiga, que Zamora ha perdido 8.000 votantes en solo cuatro años. Éramos 149.000 y nos hemos quedado en 141.000. Y me temo que, de cara a las generales de diciembre, seguiremos para bingo. La cifra aterra. Y más si comprobamos, día sí y día también, que nuestros próceres parecen continuar viviendo en la Arcadia feliz. Todo va bien, no pasa nada, la región funciona, los planes se ajustan a lo previsto…Y si algo falla, la culpa es de Pedro Sánchez, faltaría más. Cuando gobernaba Rajoy, cuando gobernó ese hombre que tanto y tanto nos quería, Aznar, ¿también era la culpa del Gobierno central o entonces ayudaban a Castilla y León, a Zamora, de tal forma que crecíamos y progresábamos como nadie? ¿Recuerdan aquel famoso eslogan que decía “España va bien y Castilla y León, mejor, por encima de la media”? Si escuchan al portavoz de la Junta, Carlos Fernández Carriedo, sabrán que la segunda parte del adagio se cumple (vamos mejor que la media), pese a lo mal que funciona España y a que el malvado Sánchez nos tiene tirria. Tanta que yo creo que ha sido él quien ha manipulado a Fangoria, Marlon, Naïa y Markfeel para que se retiraran del concierto-desconcierto de la Culebra. ¿Hará autocrítica el vicepresidente Gallardo o subastará ahora moqueros para recaudar fondos? ¡Con lo bien que se lo iba a pasar él en Villardeciervos bailando con lobos! Una pena.

Leo que en Cataluña se ha puesto en marcha un plan para alojar, con empleo y casa, en pueblos de menos de 500 habitantes a unas 30 familias de refugiados. Lo organiza la Asociación Micropueblos de Cataluña con apoyo de la Generalitat. Invertirán unos 865.000 euros y su idea, si funciona, es extenderlo a municipios menores de 1.000 vecinos. Uno siente envidia sana. Podrá fracasar, pero, al menos, lo intentan. ¿Y aquí? Pregúntenle a Carriedo. Seguro que borda la explicación.

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