Se buscan arregladores

Lo de la emigración y lo del paro no la arregla nadie

Una patera con 47 inmigrantes a bordo llega por sus propios medios al muelle de Órzola, al norte de Lanzarote

Una patera con 47 inmigrantes a bordo llega por sus propios medios al muelle de Órzola, al norte de Lanzarote / SILVIA MARTINEZ| Adriel Perdomo

Donaciano Bartolomé

Donaciano Bartolomé

Escuchamos por las calles de pueblos, ciudades de medio pelo y urbes grandes: Lo de la emigración y lo del paro no la arregla nadie. Con respecto a los emigrantes que piden por calles, esquinas, puertas de iglesias, mercados, hospitales y otros lugares, se escucha también junto al sonido de algunos céntimos en un vasito de plástico , que te lo arreglen los políticos. Ni en unos casos, ni en otros lo arreglan. Vemos colas de personas de todo color, raza, condición y lengua jóvenes y menos jóvenes con sus carros llenos de alimentos en los centros donde se reparten como pueden ser bancos de alimentos, cofradías, Cáritas, fundaciones. No pocos mueven la cabeza y dicen: así no vamos a ninguna parte, pan para hoy y hambre para mañana. Y seguimos escuchando, necesitamos mano de obra, trabajadores en el campo, en la ganadería, en bares, en la atención a mayores por las casas, para trabajos domésticos y no encuentras a nadie.

Ayer mismo hablando con una personas responsable, profesional funcionaria de la oficina del paro en Segovia me decía que tenían como unos 3.000 apuntados en el paro. Disponían de 5.000 puestos de trabajo en la agricultura y otros campos como fresa, puerros, horticultura, desbroces. Venía la gente echaba cuentas y no aceptaban los trabajos. Les era más rentable seguir en el paro cobrando la renta mínima, ayudas por aquí y por allá. Total que no cubrirían ni 200 empleos.Y sin embargo nos atormentan con las cifras del paro y paro. Algún pueblo medio resucitó al recibir familias de emigrantes. Pero escasean. Y muchos se preguntan ¿No hay autoridad que arregle esto? Algunos de los lectores lo vivieron personalmente y otros habrán oído hablar de ello: el milagro alemán y el milagro español.

¿Tanto cuesta en España poner orden en la emigración para terminar con las pateras y la gentes por las calles mendigando, mal viviendo y estar a merced de la caridad o de la voluntad?

A finales del 50 y principios del 60 España envió trabajadores, hasta 3 millones de emigrantes a Alemania, Suiza, Francia, Bélgica, Holanda y otros países. Un modelo de organización. Todo ideado y dirigido por España y los países receptores. En cada provincia había y funcionaba muy bien una delegación del gobierno central. Allí se recibían las listas con los puestos de trabajo de cada país y los perfiles de los puestos de trabajo . Las gentes se apuntaban, se hacían los controles médicos, se sabía dónde se iba y cuánto se iba a recibir. Se organizaban los viajes. Siempre en grupo y acompañados. Cuando se llegaba a la ciudad o el pueblo de destino, allí esperaban y recibían los patronos a los emigrantes- Arbeitsgäste huéspedes trabajadores. Nombre hasta bonito. Recibían sus casas, modestas, pero eran viviendas y desde el primer día, trabajo, sueldo y nómina con todos los derechos. Y los hijos, a la escuela española, que también se había provisto de maestros y los domingos a las iglesias que también había capellanes y centros de acogida y diversión para los propios. En Zamora todavía se recuerda aquellos tiempos con la dedicación de una plaza donde estaban las oficinas: la plaza de Alemania, y en Alcañices, con otra plaza se honra a uno de aquellos capellanes Domingo Dacosta Fernández. Y llegadas las vacaciones regresaban al pueblico, no pocos, con su coche, de segunda mano, pero coche barato, bueno y lleno de regalos para todos, ropas, televisores, radios, tocatas, de todo. En pocos años, los más, hicieron con su trabajo, fortuna, regresaron a sus pueblos y compraron tractores, maquinarias, tierras. Otros se aposentaron en las ciudades y adquirieron pisos, tiendas. Aprendieron mucho. Hicieron grandes a los países receptores y a España. Se escribe poco sobre esto, pero fue una generación que regeneró nuestro país. Trabajaron, se esforzaron, ganaron. Con dignidad fueron, con respeto y dignidad fueron tratados y con dignidad, dinero y mucho aprendido, especialmente valores de ahorro, trabajo, seriedad, compañerismo volvieron. Había seriedad por parte de las autoridades en la planificación.

Los Arbeitsamt en Alemania, por ejemplo, le atendían y eran serios, legales y formales. En una ocasión me llegó una familia porque les habían despedido del hotel donde trabajaban. Fuimos al Arbeitsamt, la oficina de empleo, no al sindicato. Muy serio el oficial llamó al hotel, y conminó o recibían a los trabajadores o que se despidiera de recibir más. A los pocos minutos tenían el coche del hotel a la puerta para volver a sus trabajos. ¿Cuesta tanto aprender del pasado las cosas buenas? ¿Tanto cuesta en España poner orden en la emigración para terminar con las pateras y la gentes por las calles mendigando, mal viviendo y estar a merced de la caridad o de la voluntad y necesidad de los gobiernos de turno para obtener su voto y que canten, que bueno es el político que nos da de comer, médicos, escuelas sin tener que trabajar? Parece ser que sí, que nos cuesta organizarnos, ser serios con nosotros y con los que vienen. Vienen y bienvenidos, porque lo necesitan y nosotros los necesitamos, pero con orden, justicia y dignidad y no como ahora ¿Quién lo arreglará y bien? Y lo mismo vale para los nativos que no aceptan un trabajo, por un sueldo, aunque se lo pidan de rodillas. Mejor libres y precarios. Siempre cae algo.

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