La Opinión de Zamora

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Carmen Ferreras

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Pues va a ser que no

La Montero no quiso escuchar a los juristas que advirtieron del problema

Irene Montero Eduardo Parra

Vaya follón el que se ha organizado con la ley del “sí es sí”, de la incomparable, de la perspicaz, de la inconmensurable, incombustible y contumaz ministra de Podemos, Irene Montero. El asunto se ha convertido en un problema político y social. Y en un insulto al Poder Judicial, al que esta chica ha cuestionado, de izquierda a derecha y de mujeres a hombres, tildándolos a todas y todos de “machistas”. La palabra favorita de las féminas de Podemos. En España, para Yoly e Irene todo es machista y machismo, los padres, los jueces, la Patria, los militares, los civiles, los empresarios, el vocabulario cotidiano e incluso la historia misma de España, con lo que niegan la lucha de las que las precedieron, tantas y tan extraordinarias: Clara Campoamor, Concepción Arenal, Emilia Pardo Bazán, Carmen Burgos y Seguí más conocida como Colombine, Rosalía de Castro, Victoria Kent. En fin nombres de lustre, no como las “representantas” que en la actualidad tiene el feminismo político.

Ella sigue en sus trece levantando el índice acusador, señalando a jueces y magistrados de todos los colores y géneros, a los que insiste en considerar machistas

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La ley que nació enferma, porque la Montero no quiso escuchar a los juristas que advirtieron del problema que se iba a generar, ha propiciado que el balance de las primeras aplicaciones en los tribunales deje un número trágico para las víctimas de violencia de género, al menos hasta que se unifiquen criterios. Si esta ley tenía alguna virtud ha quedado empañada por el nefasto resultado de su aplicación. Ella sigue en sus trece levantando el índice acusador, señalando a jueces y magistrados de todos los colores y géneros, a los que insiste en considerar machistas permitiéndose incluso, mientras cuestiona su imparcialidad, dar lecciones, abogando por reforzar la “formación obligatoria” en igualdad en el sistema judicial y considerando que, para más inri, “hay jueces que aplican erróneamente la ley o la aplican de forma defectuosa”. ¡Señorías, estoy más que nunca con ustedes! Las palabras de esta chica pretenden generar desconfianza en quienes imparten justicia en España.

Quienes en verdad necesitan una “formación obligatoria”, absolutamente en todo, a la hora de redactar las leyes como corresponde, son los legisladores. Aunque la parte morada del Gobierno de Sánchez vive instalada en una metedura de pata constante, los españoles no terminamos de acostumbrarnos a tanta insensatez continuada. Esta ha colmado el vaso. Irene Montero debe irse, sí o sí, debe renunciar sí o sí y debe pedir perdón al Poder Judicial, sí o sí. Sólo que en este Gobierno nadie se va, salvo que directamente le echen y parece que Pedro Sánchez, feliz en Bali, no está por la labor. Ahí tiene usted, tan pancho, al responsable de lo ocurrido en Melilla. La fórmula “un servidor no ha sido”, parece funcionarles, de momento.

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