La Opinión de Zamora

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Explotación infantil

Un niño trabaja en Bangladesh ANDREW BIRAJ

Son muchas las voces que claman contra la “explotación infantil” en el sudeste asiático, noble actitud, no hay duda, nacida de la inocencia, esperemos que no de la ignorancia. Son muchas las familias que sobreviven gracias al mísero salario que el chaval gana en la fábrica y lo libra de caer en la delincuencia. En nuestros pueblos las generaciones anteriores cuando los niños y niñas salían de la escuela se iban derechos a casa para ayudar en las tareas y en el verano participaban en la gera como el que más, aunque solo fuera para llevar el botijo o el serón de la comida. Al día de la fecha todos se sienten orgullosos, libres del mínimo trauma.

El mundo nunca ha sido justo, tampoco lo es desvestir a un santo para vestir a otro al que le viene pequeño el sayo

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El objetivo de todo empresario es incrementar su capital, respetando unos límites éticos. Imaginemos que esas fábricas instaladas en países deprimidos cerraran. No hay que ser licenciado para comprobar, que la primera consecuencia sería el incremento de precio en sus productos. La ropa y el calzado de estas firmas quedarían fuera del alcance de muchos de los actuales consumidores. Esa bajada de la demanda tumbaría la ficha de la reducción de plantilla, el comercio con siete empleadas pasaría a desenvolverse con cuatro y casi todo el año con tres. Esas trabajadoras engrosarían la lista del paro y el subsidio por desempleo, que pagaremos los, que por fortuna, podamos seguir contribuyendo.

El mundo nunca ha sido justo, tampoco lo es desvestir a un santo para vestir a otro al que le viene pequeño el sayo.

F. Mario Santos

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