Conozco de hace muchos años a Luis Ramos, hemos sido compañeros, pero, sobre todo, nos ha unido la lentitud para andar el camino, la lentitud es una invitación a la meditación, a detenernos a escuchar palabras en el viento, que no deja de ser una forma de acariciar el mundo con la mirada. Y así hemos caminado por la vida sigilosamente, indagando sin prisa, buscando esa vida interior que todo el mundo anhelamos, bajo la mirada poética de dos de los maestros que admiramos, Agustín García Calvo y Claudio Rodríguez, en un lento proceso de contemplación.

He tardado más tiempo de lo que hubiera deseado en tener entre mis manos el libro de poemas "Lo lento", de Luis Ramos, un virus maldito me ha recluido y me ha dado la oportunidad de recuperar el tiempo perdido, a la vez que he podido gozar de la lectura de sus versos. El poeta ahora nos ofrece una visión interior muy distinta a lo que hasta aquí nos había entregado, inmerso entonces en una poética de la desolación, más preocupado por alcanzar un objetivo social, de justicia, como era su libro "Entre cunetas". En este libro de poemas el poeta opta por la meditación y la indagación en un intento de alcanzar como objetivo final la revolución interior, para así caminar hacia la plenitud. Es el canto silencioso de las cornejas del alma el que conduce al poeta en su caminar, ebrio de acontecer, en una clara referencia claudiana. Pero su viaje vital continúa en un lento y solitario peregrinar hacia lo más íntimo del ser, de su yo poético que se defiende ante la muerte. Un verso es una ráfaga, un disparo, una apuesta de amor frente a la muerte.

Y el poeta prosigue su viaje poético desde la soledad que nos atrapa y de la que no podemos huir, el único resquicio que nos deja es el de compartir en generosa entrega la aventura de la respiración, en una evidente necesidad social de cercanía, de compartir el aire. Ahí quiere refugiarse, entre la soledad y el alma, que es donde vibra lo lento, dualidad que va conduciendo al poeta a lo largo de su obra. Y en ese riesgo renovado por vivir / nos encontramos a diario solos.

Así va pasando el poeta los días, buscando la caricia entregada de la brisa, anhelando el milagro de la aurora, con esperanza siempre, porque no se puede mirar para otro lado, como quien no ama y ha perdido la razón de ser, sino que prefiere entregarnos el mensaje de su corazón a través de ese difícil arte de la insinuación, desprendiéndose de su intimidad en un tono triste y contenidamente melancólico. Luis Ramos nos ha entregado un trozo de su vida, cargada de matices, con luces y sombras, algo complejo de expresar de la manera que lo hace y con la hondura que nos lo transmite.