Opinión | El espejo de tinta

Una España para llenar, no resignada

Lo que sí hay es la capacidad o incapacidad de los que aquí quedamos

Dos mujeres, junto a una tienda cerrada

Dos mujeres, junto a una tienda cerrada

Escribía el miércoles mi compañero de páginas en La Opinión de Zamora, Manuel Mostaza, una magnífica columna bajo el título: "Una España vacía, no vaciada" con la que no solo coincido plenamente sino que recomiendo su lectura, especialmente en unos tiempos en los que se le resta importancia a los conceptos la terminología y las palabras no por desinterés sino para llenarlas de carga ideológica.

Exponía Mostaza, mejor de lo que yo lo he escrito en otras ocasiones: "Es un disparate conceptual hablar de la España vaciada", el participio aquí no es inocente y denota una intención: una mano negra (capitalista sin duda) que de manera consciente y organizada "vació" aquella España feliz e inocente” … que, como recuerda a continuación, en realidad nunca estuvo llena y de la que durante décadas se produjo el éxodo por múltiples causas y con un objetivo único, mejorar para uno y para la prole las condiciones y oportunidades de desarrollo vital, personal y profesional.

Lo siento por los que disfrutan del otro relato, el del victimismo que a la vez es el de la peor de las traiciones a la propia tierra y los ancestros. El relato que dice que somos pobres porque "otros" –siempre en este discurso están los "otros" – nos arrebataron la posibilidad de ser ricos. El de quienes, en vez de buscar, dentro o fuera, las oportunidades individuales y colectivas de progreso, se acomodan en la resignación ante lo "inevitable".

No, no hay una mano oculta pergeñando planes para que nos vaya mal. No hay una voluntad manifiesta por bloquear nuestras iniciativas y proyectos. Nadie viene a llevarse a nadie por la fuerza como en una invasión vikinga Lo que sí hay es la libertad de quienes apuestan por quedarse u optan por probar en otro sitio. Lo que sí hay es la capacidad o incapacidad de los que aquí quedamos para hacer que el reloj vaya hacia adelante o hacia atrás.

Somos, como defiende Mostaza, una España vacía, no vaciada. Nos falta convencernos de ser una España para llenar, no resignada. No es difícil. Tampoco fácil. En todo caso, sí imprescindible.

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