Opinión | Siete días y un deseo

La hora de la transparencia

No entiendo las reivindicaciones al margen de la práctica

Ilustración

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Hoy no escribiré todo lo que pienso por si acaso. Disculpen que arranque de esta guisa pero, a veces, es mejor permanecer con la boca cerrada. Ya saben el dicho popular: "En boca cerrada no entran moscas". ¿Lo comparten? Imagino que dirán que depende, como casi siempre. Intente, sin embargo, evaluar si en su casa hay transparencia o no; es decir, si las cosas se hablan y se conocen por parte de todas las personas (padres, hijos, abuelos y abuelas, etc.) que integran la unidad familiar o si, por contrario, la información se administra en función de lo que sea. Haga lo mismo, si le apetece, en otros ámbitos. Por ejemplo, en su empresa, en la asociación de vecinos, en la Organización No Gubernamental, en el partido político equis, en el club de atletismo, de fútbol, de ajedrez o de gimnasia rítmica, en las entidades religiosas, en el colegio o instituto, etc. Disculpe que insista, pero es muy importante que usted y su entorno realicen una evaluación sobre la transparencia que existe en esos ámbitos y que, con los resultados en la mano, actúe en consecuencia. Aunque es muy posible que me equivoque, imagino que estará preguntándose que a cuento de qué viene todo esto. Mire, es muy sencillo: la vida cotidiana funciona muchísimo mejor cuando las relaciones sociales entre las personas son transparentes. Hay informes sociológicos que llegan a conclusiones fascinantes: las democracias funcionan mejor y son más robustas cuando la transparencia lo es también.

Hay informes sociológicos que llegan a conclusiones fascinantes: las democracias funcionan mejor y son más robustas cuando la transparencia lo es también

Por tanto, ya sabe lo que quiero decir. En ese caso, ahora solo queda ponerse manos a la obra y construir el edificio de la transparencia en todos los escenarios de la vida colectiva en los que nos movemos habitualmente. Los mencionados más arriba y los que a usted se le ocurran. Son tantos que no habría espacio suficiente en esta página para ser enumerados. En mi caso, voy a elegir uno que me afecta muy directamente: la Universidad de Salamanca, en donde trabajo desde hace algo más de 33 años, que ya es decir. Bueno, quienes me conocen saben perfectamente que la claridad y la transparencia siempre han sido dos herramientas que me han gustado reivindicar y poner en práctica, tanto a nivel personal como en los cargos de responsabilidad que he ejercido o en las aulas. No entiendo las reivindicaciones al margen de la práctica. No sé si me explico, pero es tanto como decir: "Oye, deja de protestar, de pedir, etc., y ponte manos a la obra, que eso de criticar y lanzar dardos contra los demás es algo que sabemos hacer casi todos". Pues con la transparencia sucede tres cuartos de lo mismo: la demandamos a los demás pero, en muchas ocasiones, no la practicamos. Y eso, claro está, no cuela. Decía al inicio que hoy no escribiría todo lo que pienso por si acaso. Y es que en el mundo donde me muevo bajan aguas turbulentas que no me gustan nada. Por tanto, si, como dice el refrán, hombre prevenido vale por dos, pues eso: habrá que estar preparado. Por si las moscas.

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