La semana pasada rezábamos en la "Jornada de Oración por las Vocaciones" y la "Jornada de las Vocaciones Nativas". El vaciamiento de los seminarios, la falta de vocaciones, las pocas ordenaciones de nuevos sacerdotes y la marcha de alguno de los que hay nos pueden producir cierta sensación de pesadumbre o abandono, sobre todo al pensar en cómo atender las 304 parroquias de nuestra diócesis, repartidas entre 72 curas en activo, con una media de edad de 70 años. Es verdad que en 15 años quedarán sólo 30 curas, sí. Pero la realidad es que el número de fieles baja a un ritmo mucho mayor que el número de curas. Aunque hay parroquias donde hay niños (que desaparecen tras la confirmación), en la mayoría de eucaristías sólo hay gente mayor que también en 15 años no estarán. Y, aunque las estadísticas del CIS dicen que 3 de cada 4 españoles se declara católico, habría que estudiar si quienes contestan saben qué es eso de ser católico.

No hay una crisis de vocación al sacerdocio o a la vida religiosa, sino de la vocación cristiana en general. Hay crisis al matrimonio católico (sólo 1 de cada 5 matrimonios es por la Iglesia), hay crisis de políticos católicos, de intelectuales y profesores católicos, de empresarios católicos? Pero la crisis afecta más aún a asociaciones sindicales, políticas, deportivas, al matrimonio civil (muy pocos se casan) y a la natalidad. Zamora pierde ya 2.860 habitantes cada año, y ya tiene sólo un cotizante por cada pensionista. ¡Aún queda muy lejos el día en que haya sólo un cristiano por cada cura, o en el que sólo sean cristianos los curas que queden! Aún así, hay que cambiar la idea de una Iglesia como máquina de parir curas (con alzacuellos ya puesto y todo) por la de una madre que engendra creyentes. Porque, aunque sin curas no puede haber Iglesia, donde no hay una tierra abonada con la fe no pueden germinar vocaciones de ningún tipo. Por eso, aunque hay que rezar por las vocaciones sacerdotales, ¿no será más necesaria una "Jornada por la Recristianización de los Bautizados"? En vez de celebrar la "Jornada de las Vocaciones Nativas", que nos hace evocar lugares remotos de África, Asia o Sudamérica, ¿no habrá que rezar en la "Jornada de Vocaciones Autóctonas de España", que es ya auténtica tierra de misión?

Siempre nos quedará la esperanza de que los descendientes de aquellos nativos de ultramar que fueron bautizados con sangre de misioneros españoles vengan a devolvernos el favor del don de la fe transmitida y nos hagan una transfusión de esa sangre viva que ellos aún conservan.