Seguro, segurísimo, que el pequeño restaurante en Avila que un diario digital de medio pelo que hace unos días señalaba como otra sucursal mas del franquismo y su simbología, un lugar tan acreditado pero menos conocido que el famoso Casa Pepe, de Despeñaperros, debe haber redondeado un pasado fin de semana de llenos y magnifica caja, por tanto, gracias a la propaganda que en realidad supuso la información del citado medio aunque esa no fuese su intención principal sino recurrir de nuevo a la llamada memoria histórica del nefasto Zapatero, olvidando que una cosa es lo publico y otra lo privado, como ya en alguna ocasión ha quedado claro al respecto, pues establecimientos de este tipo se conocen ya varios en toda España, y con gran éxito, no por la ideología que pregonan su ambiente y decoración sino por la exquisitez de su barra y de sus menús.

Pero algunos no ceden y siguen dale que dale con la memoria histórica, un invento del peor presidente que ha tenido y tendrá jamás España. Como si los ciudadanos no pudiesen adornar su casa o su local de la forma que quieran. Al restaurante en cuestión, según las fotos que acompañan al reportaje han acudido en ocasiones falangistas brazo en alto, y policías y oficiales del Ejército, unos con la cara tapada y otros a cara descubierta. Y al parecer lo mismo que la gente de derechas acude gente de izquierdas no radicales, ni fanáticos, ni tontos, simplemente curiosos, que al igual que los demás acuden a comerse un pincho de tortilla nacional porque les gusta y porque con ello tienen algo que contar. Ahí se acaba toda la cuestión salvo para los de la memoria histórica, que tan terrible daño está haciendo al país.

Y que naturalmente acusan de todo al PP, el partido que tras los desmanes y disparates del antecesor de Rajoy, cuando llego al Gobierno cerró el grifo de tantas generosas subvenciones a unas asociaciones que al igual que otras del mismo pelaje: la izquierda extrema que ahora se refugia en Podemos, aireaban sin ocultarlo su resentimiento de hace 80 años y trataban de manipular la historia a su antojo, aunque luego se hayan encontrado con gente respondona. Todo vale para ellos, en Zamora es el Ayuntamiento de IU-PSOE el que aplica la norma y quita la avenida Carlos Pinilla, un benefactor de la ciudad, mientras en Madrid y todas los demás municipios se entra a saco. Por cierto que la tal memoria, tan burdamente maniquea, funciona para un solo lado, porque, en la capital de España, el medallón con la efigie del sindicalista, socialista y marxista Largo Caballero, de triste memoria hasta para los suyos, sigue incólume mientras nombres de prestigio ligados al régimen anterior han desaparecido.

Hay sin embargo cosas con las que no pueden, como con las tradiciones católicas. La fiesta del Corpus, celebrada en toda España el pasado domingo, es una muestra de ello. Ya no será uno de los jueves que lucen más que el sol, pero arrastra miles de personas en sus procesiones con la Custodia. En Zamora se revive cada año con intenso fervor la solemnidad, y en Toledo los cadetes de la Academia de Infantería prestan su marcialidad al desfile. Se piden voluntarios y todos dan un paso al frente.