Hay muchos automovilistas que la llaman la "carretera salvaje" o el "camino del safari" porque transitarla supone un peligro permanente no solo por su trazado repleto de curvas, con tres puentes de sentido único, sino por la gran cantidad de accidentes que provoca la fauna salvaje, más de 150 al año de media. La N-631 es una vía de titularidad estatal de apenas 56 kilómetros que comunica Tábara, La Carballeda y Sanabria con Zamora capital, con un tránsito de vehículos importante durante las cuatro estaciones, pero sobre en verano porque es el acceso natural a la zona más turística de la provincia. Es la carretera sobre la que se han barajado más alternativas y la que ha protagonizado más campañas electorales, con enfrentamientos entre los dos principales partidos, PP y PSOE. Sin embargo, apenas se ha avanzado en años y los siniestros se repiten, casi uno cada dos días.

El trazado de la N-631 avanza paralelo a la sierra de la Culebra, por unas comarcas con una gran riqueza natural y faunística donde se concentra la mayor población de especies cinegéticas de la provincia, principalmente ciervos, corzos, jabalíes y lobos. En el espacio protegido se estima, solo de cérvidos, un censo de más de 1.500 ejemplares, número que se amplía considerablemente si sumamos la población de los cotos de la zona con animales que se localizan ya en manchas boscosas cercanas a la capital.

Solo la precaución de los conductores evita que el número de accidentes sea aún mayor y de más gravedad, aunque para ello tengan que pagarlo en tiempo. Los daños, no obstante, son enormes en todos los sentidos y hace que muchos automovilistas eviten este trazado añadiendo muchos más kilómetros a sus recorridos. El cambio de la normativa de tráfico ha hecho que ahora sean los propios usuarios de las vías quienes asuman los costes de los accidentes provocados por la fauna salvaje, lo que ha encarecido el coste de los seguros.

Respecto a la N-631 se han barajado numerosas propuestas, aunque casi ninguna se ha llevado a cabo y las que se han aplicado de forma parcial no han acabado con los problemas. Se planteó primero el vallado, una medida a la que desde siempre se han opuesto los grupos proteccionistas, negativa que ha servido de magnífica excusa a la Administración para no mover ficha. El PP en 2004 y el PSOE en el marco de su fallido Plan del Oeste incluyeron propuestas para desdoblar la carretera. El Ministerio de Fomento del Gobierno socialista anunció la redacción de un proyecto para convertirla en vía verde, similar a las que existen en la zona de Doñana con pasos subterráneos para la fauna, vallados puntuales y accesos elevados en los pueblos. Tampoco se concretó la iniciativa en su conjunto.

Sí que se han ejecutado en varias ocasiones desbroces desde Montamarta hasta Mombuey, pero eso no dejan de ser meros parches, porque no solucionan el problema de fondo, que es la peligrosidad de un trazado sin apenas arcenes, con muchas curvas y, sobre todo, con una alta densidad de animales salvajes. Un parche es también limitar la velocidad a 70 kilómetros por hora como prevención frente a la aparición súbita de ciervos, corzos o jabalíes. Esas medidas no acaban con la siniestralidad. Ayudaría más la ampliación de los puentes La Estrella, Arroyo de Ciervas y Agavanzal, pasos tercermundistas, impropios de una carretera nacional de un país que está entre los 20 más desarrollados del mundo.

Muchos alcaldes de la zona abogan, como solución, por reducir considerablemente la población de animales salvajes, medida que no aceptan los ecologistas y que apoyan los cotos de la zona noroeste. Sin olvidar que la competencia en asuntos medioambientales la tiene la Junta, lo que obligaría a un acuerdo entre administraciones públicas. Sí que parece haber más unanimidad en la instalación de más tramos de vallado y en la rehabilitación del firme de la calzada, con la mejora del asfalto y la habilitación de arcenes reglamentarios.

El plan de vallado se encuentra paralizado y no parece que haya intención de ponerlo en marcha por su alto coste. La Administración inició las expropiaciones de fincas que lindan con la vía, pero paralizó el proceso y aplicó medidas puntuales, como el desbroce, mucho más baratas. La apertura de la autovía entre Zamora y Benavente sirvió para que el Gobierno descartara la posibilidad del desdoblamiento de la N-631, alegando que parte del tráfico del noroeste de la provincia iba a reconducirse hacia el nuevo tramo de la Ruta de la Plata.

La N-631 necesita una reforma integral y urgente. La solución final pasaría por su desdoblamiento, que acercaría Zamora a Galicia. Pero si eso no es posible ahora por carencias presupuestarias, sí que hay otras medidas que pueden aplicarse de forma rápida, como el vallado parcial, la mejora del firme, con la ampliación de los arcenes y la eliminación de curvas peligrosas, los pasos de fauna, la ampliación de los puentes para que sean de doble sentido y la elevación de la vía a su paso por las localidades. La mejora de esta carretera es imprescindible para la provincia de Zamora y para el aprovechamiento de sus recursos turísticos, medioambientales y cinegéticos. No vale lamentarse por la despoblación del ámbito rural, hay que tomar medidas para revertir el proceso y mejorar las vías de comunicación es una de ellas, más aún cuando están en juego vidas humanas.