Opinión

Florido jardín

Festival de Indumentaria Tradicional en Zamora

Festival de Indumentaria Tradicional en Zamora / Miguel Ángel Lorenzo

Del ocho al veintiuno de abril hemos disfrutado el extraordinario evento del Florido jardín, festival internacional de indumentaria y folklore tradicional. Ha sido una lástima no poder asistir a todos los actos, pero el taimado tiempo no perdona su discurrir.

En los años cincuenta y hasta mediados de los setenta estuvimos al borde de perder esa inmensa riqueza cultural. El éxodo de las gentes del campo a la ciudad provocó, en muchas ocasiones, que estas personas desearan borrar sus señas de identidad, para no ser tildados de pueblerinos y en las provincias independentistas con los despectivos epítetos de maketos y charnegos.

Los que permanecieron en los pueblos pronto relegaron tamboriles y castañuelas al sobrao, las mujeres metieron en el arcón sus hatos de ceremonia, auténticas joyas materiales y sentimentales, con unos ramitos de romero o tomillo (a veces, horror, unas bolas de naftalina) para ahuyentar a las insaciables polillas. En las fiestas de aquellos lugares pusieron la alegría del baile orquestas ruidosas y pachangueras, símbolo de progreso. A mediados de los setenta comenzó (por fortuna) un movimiento de restauración, cada vez más intenso, promovido por los hijos y los nietos de aquellos paletos que buscaban mejorar su vida mísera.

Llegados a este siglo, sería deseable que los niños en la escuela, los chavales en el instituto tuvieran conciencia de todas las tradiciones y cultura de sus pueblos. Sólo amamos lo que conocemos.

F. Mario Santos

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