A la mayoría no le hace ninguna gracia verse obligado a cambiar de médico. En los pueblos zamoranos afectados por los cambios que en materia de sanidad está realizando la Junta de Castilla y León, y que ha aumentado las suplencias, se detecta fácilmente cómo cuando no es el titular quien pasa consulta desciende el número de pacientes, que salvo caso de recetas o de dolencias agudas prefieren esperar a su médico de siempre, el que conoce mejor su historial y, sobre todo, el que mejor les conoce a ellos. Pero a los políticos, las cuestiones humanísticas nunca les han importado demasiado y el plan que ellos llaman, con el absurdo lenguaje eufemístico que se gastan, de ordenación de recursos humanos, ha revuelto el cotarro y hace cambiar de médico, forzosamente, a unos 7.000 zamoranos.

A partir de esta semana comenzarán a recibirse las comunicaciones de los cambios efectuados, muy considerados, eso sí, pues se tratará de que todos los miembros de una misma familia tengan el mismo doctor en atención primaria. Consideración que se extiende al hecho de que con la reorganización lo que la Junta pretende es que la media de asistencia a pacientes llegue a los nueve minutos y medio por consulta, una media que al parecer mejora los datos actuales pero que, pese a todo, puede ser insuficiente y que en todo caso, para la mayor parte de los usuarios, no compensa del obligado cambio. Lo que tenía que haberse hecho, eso es lo que dice tanto la gente como el personal sanitario, es haber contratado más médicos si se necesitaban para equilibrar los servicios de la ciudad y los núcleos rurales. Pero no. Se ha ido a lo fácil, como siempre, con perjuicios que pagan todos menos los políticos. Eso sí, se advertirá de que las modificaciones no serán definitivas y que, dentro de un plazo de seis meses, los usuarios podrán cambiar de médico libremente? siempre que el elegido disponga de cupo.

En lo que, al menos, no ha habido variación, aunque se temía, y aunque ya se arrastran limitaciones de los primeros tiempos del ajuste y el ahorro, es en el servicio de ambulancias, que atiende cada año a no menos de 340.000 pacientes en una región tan amplia y con nueve provincias como es Castilla y León. Al efecto, la Junta ha aprobado una partida de 340 millones de euros, el 75% del total del presupuesto anual para este servicio, y que incluirá a siete de las nueve provincias, Zamora entre ellas. Importante es también, según se ha destacado, que se mantendrán los 1.197 puestos de trabajo que ocupa el sector, que en la comunidad trabajará con una flota de 543 vehículos, número que en principio parece adecuado, aunque luego los hechos, en ocasiones, saquen a la luz serios problemas en el servicio y quejas de los pacientes y sus familiares. En lo que sí se pone mucho énfasis es en que la Junta ha exigido la renovación y modernización de las ambulancias, obligando a aumentar la cifra total de los vehículos dotados con soporte vital básico, así como a que todos cuenten con GPS y los adelantos necesarios. Está bien que así sea, porque esta es una cuestión en la que hay que esforzarse todos al máximo y sin concesiones. Hay veces en las que la vida y la muerte resulta ser cosa de minutos y de medios y no se puede tener el más mínimo fallo.