Opinión

La otra cara desconocida del maestro Miguel Manzano

La música no tiene fronteras, nunca las ha tenido, nunca las tendrá, y siempre será imposible encasillarla en ninguna parte de la nada etérea

MIGUEL MANZANO POSA PARA LA FOTO EN EL PARADOR.

MIGUEL MANZANO POSA PARA LA FOTO EN EL PARADOR. / Emilio Fraile (Archivo)

El de Villamor de Cadozos, ya lo han dicho y ha quedado escrito por el sagaz Luis Garrido, o la última y técnica semblanza de Conchita Rodríguez Prieto, entre otras muchas plumas autorizadas, ha sido capital para la música eclesiástica post conciliar (Vaticano II), también como etnógrafo y musicólogo, ha sido un caso excepcional. Nadie como él para transformar en pan la cosecha de las mieses, ofreciendo comunión a todo el mundo a través del mítico grupo "Voces de La Tierra" constituyendo la música de fondo para un grupo de zamoranos inquietos y rebeldes en los ámbitos universitarios de Salamanca. Después vendría "Alollano" pero esa es otra historia.

Lo de Miguel no tiene medida posible respecto a la música en general. A toda la música. Lo veneramos y admiramos en Zamora por sus excelsas composiciones para la Semana Santa. Ahí, el maestro quemó sus naves. Y lo consiguió. Nada nuevo, porque sin ello ya era, y seguiría siendo, un enorme genio.

Ofició en Sanzoles durante unos meses, concretamente desde septiembre de 1978 a julio de 1979 como también lo hizo en San José Obrero en las gloriosas épocas de "Los Curas Rojos".

La música no tiene fronteras, nunca las ha tenido, nunca las tendrá, y siempre será imposible encasillarla en ninguna parte de la nada etérea. Siempre brota de la garganta diestra o del instrumento adecuado, para volar y volar.

Volar y no parar hasta alcanza ese oído necesario y profundamente sensible que se apropia de los matices inhumanos imperceptibles para el común de los mortales. Por eso Miguel, siempre lo tuvo claro. Claro clarinete, por esa razón abrazó también el flamenco.

Miguel Manzano Alonso también quiso al flamenco con todo su ser, y lo demostró por su vinculación con La Peña Cultural Flamenca "Amigos del Cante" en sus egregios orígenes y durante mucho tiempo después. Su relación, como digo, viene de lejos, ahí estaban amigos entrañables tal que Federico Vázquez, Juan Antonio Barba, Waldo Santos, Julián Gutiérrez de La Cuesta, David Rayo, o Emilio Rodrigo Hurtado, entre otros muchos ilustres representantes de la cultura zamorana y fundadores de la querida Peña. Ese era Miguel, y esta era y es "Amigos del Cante".

Siempre que estuvo en esos ambientes disfrutó. Disfrutó mucho, haciéndolo con sapiencia y entendimiento, hallando matices donde otros no los hallaban, demostrando, en suma, su enorme oído musical más allá del de los mortales, incluyendo a los flamencos.

Pero hay más para añadir a sus enormes cualidades musicales, geniales y extremadamente poliédricas relacionadas con lo jondo. En 1993 (20 a 26 de septiembre) asiste como invitado especial al XXI Congreso de Arte Flamenco celebrado en París con la conferencia titulada: "Los orígenes musicales del flamenco. Proyecto esquemático para un trabajo de investigación etnomusicológica". Tengo que señalar, que el presidente del Congreso fue Jaime Heptener, catedrático de la Sorbona y zamorano de pro. Incluso tuvo otro contacto tangencial y, sobre todo anecdótico con "Amigos del Cante". Miguel Manzano, en la referida época de "Los Curas Rojos", coincide con un monaguillo imberbe llamado Eduardo Abril, el que a la postre ha sido uno de los más reconocidos presidentes de esta veterana institución.

Por eso, mi recuerdo sobre su egregia persona ante su lamentable pérdida es amargo, muy amargo y doloroso. Y por más cosas. Hablamos varias veces sobre las tonás, cante antiguo y palo esencial de la genealogía flamenca, conexión necesaria entre los romances, las posibles playeras y las seguiriyas actuales, Le planteé su posible origen desde nuestro acervo musical zamorano, esto es, las canciones de ronda. Estaba de acuerdo, el desarrollo y evolución tenía gran lógica. "Félix, tenemos que hablarlo detenidamente, el tema me interesa mucho, debemos profundizar en él". Quedamos en hablar varias veces, los dos estábamos muy interesados, con todo, los vericuetos de la vida determinaron la falta de concreción. Él acaba de surcar las olas de la Laguna Estigia yéndose con su enorme sapiencia musical hacia El Olimpo de Los Dioses y yo, con el vacío por su fuga en lo elaborativo, pero sobre todo en lo emocional.

Esto es la vida maestro. Abrazos muy fuertes: ¡Sit tibi terra levis¡

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