La tarde del domingo, el Campo Municipal Luciano Rubio de Benavente se engalanó para acoger el encuentro que enfrentaría a CD Benavente y CD Villaralbo, dos equipos necesitados de una victoria, aunque con aspiraciones diferentes. Los locales necesitaban ganar para poder seguir mirando hacia arriba; los visitantes, por su parte, necesitaban los tres puntos para mantenerse en el liderato.
La tensión comenzaba a hacerse palpable en la afición, tanto local como visitante, desde los prolegómenos del partido. El hasta ahora líder indiscutible de la clasificación llegaba a Benavente en horas bajas y los tomateros quisieron aprovecharlo.
La primera mitad del partido transcurrió sin apenas incidentes. Los veintidós jugadores sobre el tapete se tanteaban y nadie quería cometer errores, conscientes de la importancia que tenía el encuentro. Tanto es así que los porteros apenas entraron en escena durante los primeros cuarenta y cinco minutos.
Tras el entreacto, el panorama cambió radicalmente. Las charlas de los técnicos surtieron efecto y ambos conjuntos metieron una marcha más. El CD Villaralbo comenzaba a acercarse con peligro a la portería defendida por Pato, que cuajó una gran actuación. El cancerbero benaventano mantuvo con vida a su equipo con paradas de gran nivel cuando más apretaba el combinado visitante.
Un partido de estas dimensiones no podía estar exento de polémica por decisiones arbitrales muy cuestionadas desde ambos lados del campo. Los tomateros reclamaban un penalti por agarrón dentro del área, apenas minutos después de que los villaralbinos hicieran lo propio en el área contraria.
Como no podía ser de otra manera, el tanto que certificó la victoria tomatera en el que vuelve a ser el fortín, llegó desde los once metros. Virgil, que apenas llevaba unos minutos sobre el césped, derribó dentro del área al atacante benaventano y el colegiado indicaba la pena máxima. Cobre ejerció de capitán y se erigió como responsable para patear el penalti. El centrocampista benaventano consiguió engañar a Sandro para poner el 1-0 en el marcador, cuando apenas quedaban unos minutos para el final del encuentro.
La euforia tomatera contrastaba con el hundimiento de los visitantes, que sabían que se les escapaba el liderato tras la contundente victoria de la SD Ponferradina B por 5-0 sobre el CD Bovedana. El propio Virgil, quien cometió el penalti que, a la postre, supondría el definitivo 1-0, no pudo contener las lágrimas y se echó a llorar en el instante en el que el colegiado decretó el final de la contienda. El jugador fue respaldado por rivales y compañeros en un alarde de deportividad de todos los que estaban en el campo y dejando claro que siempre que se cae, toca levantarse.
Los tomateros se sitúan con 39 puntos y se acercan un poco más a la zona noble de la clasificación. Además, esta victoria no solo supone tres puntos, sino un fuerte espaldarazo moral para afrontar con ilusión y ambición el último tramo de la temporada. Los de Redondo visitarán la próxima jornada al CD Fabero con la euforia que da una victoria de estas características frente a un rival, a priori, muy superior.
El CD Villaralbo, por su parte, buscará reengancharse a la pelea por el liderato recibiendo en casa a La Cistérniga CF. La derrota en Benavente sitúa al equipo dirigido por Miguel Losada segundo en la clasificación, dos puntos por debajo de la SD Ponferradina B, nuevo líder de la tabla con 51 puntos.
