Ajeno al ruido sobre su renovación, cada tres o cuatro días Messi imparte una lección de fútbol. Como diría Gratacós, algunos de sus compañeros le ayudan a ser el mejor. Pero a veces, como ayer, también él mejora a los demás. Incluso a Aleix Vidal, que respondió a la inesperada confianza de Luis Enrique con un buen partido coronado por un gol, el quinto de la tarde. Fue un sábado tranquilo para el Barça, aunque la afición del Camp Nou no pudo relajarse hasta que el "10" embocó ante el único equipo que se le resistía. La superioridad azulgrana en el primer tiempo sólo se tradujo en un gol, así que Messi aprovechó el único error de un inspirado Javi Varas para desatar la tormenta que liquidó el partido en siete minutos.

El Barcelona ha vuelto mejorado de las vacaciones, aunque los resultados se le resistieran. Ayer por fin tuvo un partido plácido, en el que el marcador reflejó su autoridad. Ni siquiera notó las rotaciones de Luis Enrique, que dio descanso a varios titulares. Fue un equipo compacto, que consiguió negarle el balón a Las Palmas. Y sin balón, a los equipos de Setién se le saltan las costuras. A Roque Mesa, Vicente Gómez, Tana y Jonathan Viera, por ejemplo, les cuesta defender y correr detrás de los rivales. Como, además, el Barça no se confundió nunca en la salida del balón, la presión adelantada canaria se quedó en nada.

Poco a poco, el Barça fue llevando el partido a su terreno. Es decir, a las proximidades del área de Javi Vras. Faltaba el primer pase de Piqué, la magia de Iniesta o la aceleración de Neymar, pero esta vez el fondo de armario sí que abrigó a los titulares. Sobre todo Rafinha, que se volvió a reivindicar para ese puesto en el centro del campo que está en el aire desde el bajón de Rakitic. Su sociedad con Arda Turan en la banda izquierda empezó a descoser la defensa canaria.

El primer gol, sin embargo, llegó por la derecha. Y también por cauces no habituales. Aleix Vidal metió un balón en profundidad a André Gomes y el portugués, tras ganar la línea de fondo, dibujó un pase atrás perfectemente interpretado por Luis Suárez, que sorprendió a Javi Varas con un duro remate al primer palo sobre la marcha. Con el 1-0 se acentuó el dominio del Barça, que hasta el descanso creó media docena de oportunidades que, por una u otra razón, no cuajaron. El apagón afectó incluso a Messi, que tras robarle un balón al último defensa, Aythami, no fue capaz de salvar a Varas, providencial.

Las Palmas, incapaz de crear ni una oportunidad en el primer tiempo, volvió con otro ánimo del vestuario. Por fin, durante cinco minutos, ofreció ese fútbol tan meritorio para un equipo de su tamaño. El amago de reacción se sofocó cuando Arda y Rafinha volvieron a entrar por su banda y a Javi Varas se le ablandó la mano en el despeje, una temeridad con Messi cerca. El 2-0 soltó definitivamenta al Barça y encogió a Las Palmas, que se quedó sin objetivos. El resto lo hizo el instinto goleador de Luis Suárez, las ganas de Arda por unirse a la fiesta y la majestuosidad de Messi jugando al fútbol.

Con el 4-0, Luis Enrique empezó a pensar en el próximo partido y Messi dejó detalles para la galería. Incluso estuvo a punto de añadir a su currículo un gol olímpico, que Javi Varas evitó en el último instante. Era el momento para rehabilitar a Alcácer, que a falta de un gol propio resultó determinante para que lo hiciera Aleix Vidal. Marcó el lateral derecho y el Camp Nou lo celebró como lo que era, un acontecimiento. Después, en la sala de prensa, Luis Enrique puso la guinda: "Aleix ha jugado a las mil maravillas y le ha vuelto a quitar la razón al entrenador".