Tiempo de manjares al calor de la lumbre

Las castañas asadas, el aguardiente y el vino casero de año forman parte vital de la cocina alistana en las frías noches del otoño que abren camino al invierno

Castañas en Aliste.

Castañas en Aliste. / Chany Sebastián / Ch. S.

La comarca natural de Aliste, Tábara y Alba es reino y paraíso de los frutos del bosque en las dos estaciones donde flojean las labores agrícolas. El humo de las chimeneas surcando el cielo al anochecer delatan la entrada a corazón abierto en el otoño de frío y escarcha que abrirá poco a poco, sin prisas pero sin pausas, el camino al invierno: lumbre, castañas, aguardiente y vino nuevo casero son parte vital en una época donde las noches ya superan a los días.

La castaña alistana es un producto del bosque único y ecológico, pues los castaños no se tratan con fungicidas, y con unas características organolécticas a las que sus bondades culinarias y sabores la convierten en un manjar digno de los dioses. Crudas, asadas, cocidas y en grisos son parte vital de la cocina tradicional.

Las castañas y el refranero

Tiempo de manjares al calor de la lumbre

Tiempo de manjares al calor de la lumbre / Chany Sebastián

El refranero alistano sentencia que: "Las castañas asadas y el aguardiente alimentan y calientan", "castañas las primeras y nueces las postreras", "la castaña quiere en agosto arder y en septiembre beber" o "por san Eugenio castañas al fuego".

Los expertos recomiendan no consumir mas de 30 gramos diarios. Un límite difícil de cumplir si las tienes a mano recién asadas. Crudas son muy pesadas.

Las castañas son un fruto muy saludable y de los más ligeros que se conocen pues tienen apenas 190 calorías por cada 100 gramos: de ellos 40 de hidratos de carbono con muy pocos azucares, 7 de fibra (para cuidar la flora intestinal), 5 de grasas saludables Omega 3 y 6 que con los aminoacidos cumplen una función cardioprotectora y 4 de proteínas. Si son cocidas bajan ostensiblemente a 120 calorías.

Entre sus aportaciones destaca desde la vitamina E hasta las del grupo B y ácido fólico, a lo que hay que añadir magnesio, calcio, hiero, potasio, sodio, fósforo, selenio, zinc y yodo.

Por sus altos aportes nutricionales y energéticos son recomendadas por los médicos tanto a deportistas como mujeres embarazadas. No contienen colesterol y su alto contenido en potasio hacen a las castañas aptas para las personas hipertensas.

La casa alistana tenía como la piedra angular de su vida la cocina y en ella la chimenea con el "calderizo" del cual cuelgan "las llares", una cadena de la cual se cuelga la caldera y los potes sobre la lumbres.

Piornos y carqueisas

Tiempo de manjares al calor de la lumbre

Tiempo de manjares al calor de la lumbre / Chany Sebastián

El castañero o asador era en su orígenes un caldero pequeño de hojalata o cobre dependiendo de la pudiencia económica de la familia. En los años sesenta llegó el asador ideal al trasformarse las latas de escabeche, con agujeros y un asa.

Para asarlas se echa en él aproximadamente un cuartillo de castañas y se van dorando al calor de la lumbre moviendo el caldero continuamente. De lo que se trata es de que haya llama fuerte y continua por los cual dependiendo la existencia en cada pueblo lo mas ideal son los piornos y carqueisas. Una vez asadas se le colocan encima unas hojas de la alistana berza verdiñal.

La costumbre era comerlas rodeando la lumbre con la jarra de vino lista en el morillo de cantería para ir haciendo la ronda pues las castañas son tan crujientes y sabrosas como pesadas. Las castañas asadas siguen siendo parte de la vida alistana.

Los tiempos cambian y ahora las castañas buscan alternativas como el bar "Milu" de La Torre de Aliste donde cada noche su dueña Balbina las asa y los usuarios las degustan acompañadas desde con una cerveza a un buen vino alistano o un cuba libre.

Las castañas es un producto perecedero que hoy se conservar para todo el año gracias a los arcones o utilizando sus harinas tanto para repostería como para guisos.

Sombra y hojas de nogal

Tiempo de manjares al calor de la lumbre

Tiempo de manjares al calor de la lumbre / Chany Sebastián

Su conservación tiene sus técnicas. El buen castañicultor sabe que la castaña es muy delicada por lo cual lo suyo es recogerla seca. Para conservarlas al natural la mejor opción son los sacos de hilo de antaño pues permitían transpirar. Las castañas se guardan alternádolas con hojas de nogal para ahuyentar los bichos.

Hecho esto ha tres máximas son: depositar el sacó en un lugar seco, fresco y oscuro donde no le de la luz.

Cuando se dejan hasta la primavera para saber cuales están sanas se meten en recipiente con agua: las buenas quedan en el fondo y las avellanadas flotan.

Finaliza una campaña de recogida marcada por la socarrina del castaño que mermó la producción temprana, pero los castaños más tardiegos dieron unas castañas de una magnífica calidad, muy apreciadas en todo el país y por los comerciantes lusos.

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