La Opinión de Zamora

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Amar sí es para siempre

La Raya, paraíso del casar para toda la vida: novios de los años 50 y 60 lo refrendan en sus bodas de oro y diamante

Fotografías familiares en las celebraciones de las bodas de oro y diamante. | Cedidas Cedida

La Raya de España y Portugal y en concreto la comarca de Aliste y la región de Tras Os Montes y Alto Douro se han convertido en uno de los lugares de España donde mayor longevidad alcanza la promesa del “Sí quiero”.

Alistanos y trasmontanos nacidos durante y tras la Guerra Civil cumplen ahora al pie de la letra la sentencia y promesa de permanecer unidos en la riqueza y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad, hasta que la muerte les separe: para las buenas gentes de Aliste y Tras os Montes no hay duda “Amar es para siempre”.

En unos tiempos donde los casamientos no es que brillen por su ausencia, sino que comienzan a situarse ya en grave peligro de extinción, los pueblos alistanos y los trasmontanos son el último paraíso donde las “Bodas de Oro” y las “Bodas de Diamante” están al orden del día: hombres y mujeres que tras cincuenta o sesenta años de convivencia renuevan su promesa de amor eterno, ahora arropados por sus familias numerosas: hijos, yernos, nueras, nietos y biznietos.

La iglesia parroquial de Santa Eulalia de Mérida de Valer de Aliste, sa la vera del río Frío, acogía el día 6 de septiembre de 1972 en enlace matrimonial entre Julian Fernández López y Justa Baz Casado oficiada por el cura Bernardo Pérez Fernández, del cual fue su monaguillo Sebastián, primo y a la vez ahijado de la novia. Fue una boda típica alistana de las de entonces, en casa de la novia y dos días. Los dos ya habían perdido a su madres.

Ambos nacieron en Valer pero fueron bautizados en el antiguo templo de “Las Cortinicas”, afueras del pueblo, derruido en 1961 para construir en 1962 la nueva iglesia sobre el solar de la céntrica ermita de “Los Mártires” (San Fabián y San Sebastián), junto al Frío y la Vereda Real de Galicia. Compartieron partera pues la señora Romana Fernández, tía de Julian, era además vecina de los padres de Justa y durante décadas ayudó a las parturientas.

Julian Fernández López nació un frío día 5 de enero de 1944, hijo de José Fernández López (el “Tío Pepe”) y Catalina López Río, teniendo como hermanos a Vicente, Manolo (su compañero de viajes, hazañas y aventuras durante toda la vida), Catalina y Lorenza. Sus padrinos fueron Josefa Prieto y Manuel Ratón.

Amar sí es para siempre

Como a muchos alistanos nacidos durante la posguerra, las estrecheces vividas en los pueblos alistanos, le llevó a buscar trabajo y trabajar en Francia, con sólo 19 años, en Nancy. Allí estuvo hasta los 21 en que tuvo que regresar a España para hacer durante 14 meses la mili en el Cuartel Viriato de Zamora. Tras ello regreso de nuevo a Francia donde con veintitrés años se compraba su primera moto una de las primeras en llegar a Valer.

Justa Baz Casado nacía el día 16 de septiembre de 1943. Hija de Germán Baz Gallego y Benita Casado Salvador, fue la mayor de cinco hermanos: Paulina, Vicenta, Sebastián y Juan. Sus padrinos fueron su tía Justa Baz Gallego y Francisco Fernández Baz. Siendo niña se crío pasando prácticamente toda su infancia viviendo con sus abuelos paternos Paula Baz y Sebastián Gallego, junto a su tía Justa Baz Gallego, a la que siempre consideró como una madre y hermana. Creció en plena posguerra y recuerda que su primeros zapatos, “de charol y muy bonitos” se los compro su abuelo Sebastián y los estrenó el día de su primera comunión.

Creció en plena posguerra y tras pasar la adolescencia en el pueblo ayudando a la familia en las labores de casa, las agrícolas y ganaderas, llegada la juventud, desde muy joven, con 21 años, se convertía en emigrante, saliendo camino del extranjero en busca del progreso. En aquella época su madre estaba embarazada de su hermano más pequeño. Su primer destino fue Alemania, donde trabajó durante un año, para seguir luego buscando fortuna en la ciudad de las luces y del amor: París (Francia) donde permaneció hasta que se caso con 29 años.

Ambos fueron a la escuela desde los 6 hasta los 14 años pero por separado, pues ya entonces había dos aulas, niños y niñas, en diferentes puntos del pueblo, una a cada lado del río Frío. De su infancia recuerdan a dos curas en Valer: Don Enrique y Don Andrés con el que hicieron la primera comunión.

Justa fue a la escuela que luego acogería la “Casa de los Maestros” y ahora el consultorio médico local de atención primaria” en la calle “La Vereda”. De sus maestras recuerda a Doña María de Zamora y a Doña Lucila “La que mas me enseño”.

Amar sí es para siempre

Julian asistió a las escuela situada en la calle “La Iglesia” (Las Peñas), mas conocida siempre como la “Casa Concejo” de Valer que a partir de los años sesenta acogía el Teleclub. Entre sus maestros destacaron dos: Don Silfuriano y Don Blas.

Tras casarse en Valer, la familia Fernández Baz (Julian y Justa), ambos emigrantes, fijaban su residencia en la ciudad portuaria francesa de Burdeaux, capital de la región de Nueva Aquitania, en la perfectura de Gironda. La sexta más importante de Francia tras París, Marsella, Lyon, Lillie y Tolouse. Allí vivían ya de solteros los hermanos Julian y Manolo (con su esposa María Silva) así como la familia integrada por Damián López y Petra Rivera también de Valer. Allí nacía su primera hija: Benita. Una familia que completan familia sus dos yernos Javi (marido de Beni) y Tomas (Josefina).

Un año después decidieron regresar a España fijando su residencia en Burgos donde ya estaban asentados dos matrimonios del pueblo: Vicente Fernández y Justina Río y Manuel Andrés y Maximina Martín. En 1973 la ciudad estaba en plena expansión y allí había mucho trabajo. En 1977 Manolo y Julián, se tomaron un año “sabático” y regresaron a Valer para construir con sus propias manos sus casas del pueblo. En 1977 nacía en Burgos su segunda hija Josefina. La familia cuenta como miembros más jóvenes con los nietos Ángela y Martín. Sus vacaciones como emigrantes siempre tuvieron un mismo destino, su pueblo de origen: Valer. Sólo hubo una excepción, en 2013, cuando sus hijas Beni y Josefina les llevaron de nuevo a Francia pues uno de los sueños de Justa era volver a París donde trabajo de moza. Deseo cumplido al cumplir los cuarenta años de casados. Cincuenta años después Julián Fernández López y Justa Baz Casado celebraron sus “Bodas de Oro” en Valer acompañados de todos sus familiares con un banquete en el “Matellán” de Rabanales elaborado por la cocinera Marián Moral Matellán.

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