Corría el año 1979 cuando Arcenillas organizó por primera vez las fiestas de agosto. El pueblo de Tierra del Vino, que celebra en enero sus fiestas patronales de San Antón, no tenía hasta entonces fiestas de verano. Su nacimiento surgió coincidiendo con la Transición a la democracia y con el resurgir de las primeras corporaciones municipales democráticas tras las elecciones de abril del 79.

Se decidió hacer una fiesta de verano y celebrarla coincidiendo con el fin de las labores agrícolas, que entonces tenían mucha más incidencia entre la población de Arcenillas, según explica el alcalde, Enrique Rodríguez.

Las fiestas se celebrarían después del 15 de agosto, festividad de Nuestra Señora de la Asunción, patrona parroquial de la localidad.

Así se decidió y los arcenilleses marcaron en rojo en el calendario el penúltimo fin de semana de agosto, cuando las labores en las tierras estaban finalizadas y las fiestas no interrumpían la jornada diaria en el campo.

Aquellas primeras fiestas de hace 40 años se denominaron como fiestas de El Pepinillo debido al excedente de este cultivo que se produjo. La gran reivindicación de los agricultores de Arcenillas, todos ellos involucrados en el movimiento campesino de la época, puso título a los festejos, en los que incluso, como forma de protesta y de visibilizar el problema que se vivía en el campo, se colgaron por las calles, a modo de banderines, pepinillos de los que sobraban del excedente.

El pepinillo dejó de cultivarse en Arcenillas y pronto las fiestas, en un pueblo en el que aún se conservan bodegas tradicionales en las que se sigue haciendo vino casero, pasaron a denominarse como fiestas de La Tinaja. El nombre se adoptó porque se colocaron varias tinajas de barro en algunas de las recreaciones que los vecinos instalaban entonces por diferentes calles y esquinas de la localidad.

Estas escenas típicas, bien de la vida cotidiana, de la actualidad política de la época o de personajes de la televisión, es una de las tradiciones que ha querido recuperar este año el Ayuntamiento con motivo del 40 aniversario.

Las fiestas comenzaron con muchos menos medios de los que existen actualmente, pero se vivían con mucha alegría. Esa carencia de medios se suplía con la ilusión y la unión de los vecinos del pueblo, según explica el alcalde, Enrique Rodríguez. "Pretendemos rememorar aquellos primeros años, el espíritu de unión que había entre la gente del pueblo y la ilusión de ser las primeras fiestas que se realizaban con muchos menos medios de los que hay hoy en día", destaca el regidor.

También quiere el Ayuntamiento que este 40 aniversario sirva de ejemplo para las generaciones actuales de como "con tan pocos medios pero con mucha ilusión", podían hacerse a veces incluso más cosas de las que se hacen hoy en día.

En los días previos a las grandes celebraciones, vecinos e hijos del pueblo que vuelven todos los años por estas fechas, han revivido muchas de las anécdotas de los primeros años de fiestas.

La estampa más cotidiana era verlos bailar sin descanso con el músico Efraín y la charambita Los Pintos. En los primeros años incluso sacaron de la cama al músico zamorano para que la charambita les acompañara al amanecer en una improvisada chocolatada por las calles.

La propuesta surgió de forma espontánea, después de que varias jóvenes vieran en las fiestas de un pueblo de Burgos la realización de un toque de diana a primera hora de la mañana para sacar a los vecinos de las casas y darles chocolate. La idea les gustó y comenzó a hacerse en Arcenillas. Con el paso de los años y el estilo propio que ha alcanzado esta celebración, la chocolatada se ha convertido en uno de los símbolos de La Tinaja y probablemente en un caso único en toda España.

Han pasado 40 años de aquellas primeras celebraciones, cuatro décadas de ilusión, que esta tarde los vecinos recordarán vestidos como los primeros peñistas que impulsaron las fiestas.