Los Santa Coloma de Matilla de Arzón

Taurovemar, la única ganadería de reses bravas de la comarca, supera la pandemia y cumple ocho años haciendo los encierros en el territorio

Germán Fernández González, propietario de Taurovemar, posando delante de cuatro erales.

Germán Fernández González, propietario de Taurovemar, posando delante de cuatro erales. / J. A. G.

Las vegas del Órbigo y del Esla en la comarca de Benavente fueron a lo largo de la historia territorio de dehesas de ganado bravo. Desde el siglo XVII hasta después del primer tercio del siglo XX hubo ganaderías de lidia en el entorno de Benavente que paulatinamente fueron desapareciendo tras la guerra civil. La extinción se produjo en Benavente con la venta de la ganadería de Santiago Muñoz Represa hace dos décadas.

La afición a los encierros a caballo llevó en 2013 a Germán Fernández González a madurar la creación de una ganadería de reses bravas. Se hizo realidad en 2015. La pandemia paró sin embargo de raíz los festejos taurinos en 2020 y parte de 2021. Pero pese al golpe, La Chaola, una finca de 30 hectáreas en Matilla de Arzón, se mantiene en pie.

Taurovemar es la única ganadería de toros bravos de la comarca y se sostiene gracias a los festejos populares. Hace diez o doce al año, principalmente en localidades de Tierra de Campos vallisoletanas, de cerca de Benavente y del sur de León. También alquila cabestros para encierros taurinos como los de Ciudad Rodrigo. La ganadería cumple ocho años.

Una manada de utreros sobre un montículo de paja. | J. A. G.

Una manada de utreros sobre un montículo de paja. | J. A. G. / J. A. G.

Fernández compró 26 vacas y un semental del encaste Santa Coloma al ganadero Alonso Ramírez Alora en Ledesma (Salamanca). Bajos de hechuras y apretados de carne, este encaste "es muy noble, pronto con la muleta y en el campo van de verdad. Dicen que aprende muy rápido, eso le añade picante, pero la verdad es que son toros muy nobles", aduce.

Las 26 vacas de vientre iniciales se han convertido en medio centenar. Parte proceden del lote inicial, y parte son ya de recría, explica el ganadero, que en 2016 participó en el Bolsín Taurino Tierras de Zamora celebrado en Villalpando "con la condición de hacer machos. Creo que fue la primera vez que se hizo". Pasó dos sementales. Uno de ellos es el que mantiene en la actualidad. Tiene seis años camino de siete y en este 2024 lo sustituirá. "Tengo dos para tentar".

Aspecto del tentadero de Taurovemar en Matilla. | J. A. G.

Aspecto del tentadero de Taurovemar en Matilla. | J. A. G. / J. A. G.

El matador de Cuéllar, Javier Herrero, y Jesús Granado, de Villalpando, "son los que tientan y los que mejor conocen cómo son estos animales", señala.

Con 19 hembras de berrendos para sacar bueyes; dos toros de seis años para siete; otro cinqueño camino de seis años; un cuatreño, 11 utreros, 11 erales y otros tantos añojos, la ganadería, además de las vacas, tiene 170 animales.

Un grupo de bueyes con dos berrendos tanteándose. | J. A. G.

Un grupo de bueyes con dos berrendos tanteándose. | J. A. G. / J. A. G.

Mantenerla no es fácil. "Nunca se llega amortizar la inversión", dice, debido al modelo específico de negocio, con ganado entrando y saliendo cada año. La pandemia marcó además un antes y un después. Se suspendieron los festejos taurinos. "Hubo que mantener los animales todo ese tiempo", sin demanda. Germán Fernández es optimista sin embargo. Cree que los festejos populares, los encierros y los toros de cajón, se mantendrán. "Están creciendo. Hay ganas de festejo popular", afirma. "Este año habrá una normativa nueva. No sabemos cómo va a ser, pero yo creo que están salvados y también los festejos serios, en las primeras plazas de toros al menos".

A su juicio, y en el caso de las corridas, "por su importancia económica y por el impacto que tienen las ganaderías en el medio ambiente garantizando la sostenibilidad. Al final todo es cíclico y yo creo que se volverá a la normalidad. Tal vez no haya 2.000 festejos, pero sí los que sean necesarios. Tendrá que haber un reajuste", dice.

El semental de la finca La Chaola junto a una vaca.

El semental de la finca La Chaola junto a una vaca. / J. A. G.

En el caso de los festejos populares, el encarecimiento de los costes, "aunque es un hándicap", tampoco será un obstáculo para que sigan programándose, opina. "Los ayuntamientos tienen un presupuesto y todos los costes se están incrementando mucho, es verdad. Ha subido todo. El mayor desembolso son los permisos, los seguros, la contratación de médicos y de ambulancias, de profesionales taurinos. Lo que menos cuesta son los animales, pero la verdad es que en conjunto el festejo se ha encarecido, pero yo creo que se seguirán manteniendo".

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