El cierre temporal y sin aviso de la farmacia de Ayoó de Vidriales está causando malestar entre los vecinos de la localidad, de Congosta y de Carracedo, que desde el viernes están teniendo que desplazarse o aprovechar los desplazamientos comprar medicamentos en otras farmacias de la comarca.

La alcaldesa de Ayoó, Sofía Tostón, explicó ayer que la clausura ha cogido por sorpresa a los vecinos, más de 300 en las tres poblaciones, y la mayoría de edad avanzada.

El Servicio Territorial de Sanidad, con quien Sofía Tostón contacto ayer, informó a la regidora que habían recibido la solicitud de cierre del titular de la farmacia en las últimas 24 horas y que en cualquier farmacia del país cabe el derecho a una clausura temporal con un máximo de dos años. Sanidad no pudo explicar a la alcaldesa las causas de este cierre repentino aunque le comunicaron que la localidad podría recurrir a la posibilidad de abrir un botiquín de urgencia.

Procedimiento judicial

La farmacia de Ayoó de Vidriales saltó al primer plano de la actualidad provincial a finales de noviembre de 2012 al descubrirse un presunto fraude en la expedición de recetas que motivó varias inspecciones y finalmente una comunicación de la Junta a la Fiscalía de la Audiencia Provincial de Zamora ante la posibilidad de que se hubiera cometido algún tipo de ilícito penal.

Los inspectores se entrevistaron con los profesionales sanitarios que pasan consulta en la localidad y con los vecinos, que confirmaron que las recetas se enmendaban con caros medicamentos anticancerígenos y con otros que no les habían recetado.

La Junta de Castilla y León confirmó meses después que la investigación había llegado a los juzgados, aunque a fecha de hoy no ha trascendido si se ha producido resolución alguna.

El viernes algunos vecinos que acudieron a la farmacia la encontraron cerrada. Aunque el titular había contratado a una persona para atenderla, esta ya no tiene llaves para abrir el establecimiento y en los últimos días ha permanecido en su vehículo al acudir al centro de trabajo. En Ayoó y en los localidades pedáneas los vecinos han pasado del desconcierto inicial al enfado, según explicó ayer la alcaldesa.