Han pasado casi cuatro décadas pero los recuerdos continúan muy vivos entre aquellos españoles que fueron enviados al Sáhara para realizar el servicio militar. En su caso, esta experiencia une especialmente por las circunstancias en las que se desarrolló. No solo por la distancia y un territorio totalmente diferente al de la península, sino también por el conflicto que se vivió a mediados de los años setenta y que terminó con esta zona ocupada y olvidada por las autoridades españolas.

«No hay que olvidar que fue la 51 provincia española», señala el madrileño Javier Leria, quien ha aprovechado la exposición sobre «La mili en el Sáhara» que se muestra estos días en la sala de La Alhóndiga para reencontrarse con antiguos compañeros, como es el caso del zamorano Enrique Sandín, quien reconoce que el gobierno español poco pudo hacer en el año 1976 «porque la decisión casi venía tomada desde el exterior. Estados Unidos y Francia apoyaban a Marruecos», afirma. «Me da pena que un pueblo esté oprimido y no consiga la libertad, pero creo que hubo un mal entendimiento de los nativos con el pueblo español y no sé hasta qué punto el Gobierno habría podido hacer fuerza», añade Leria.

También están de acuerdo ambos en que la experiencia de la mili en su caso fue más intensa y que lo mejor ha sido hacer amistades «que han durado toda la vida». Sobre la primera impresión de su llegada al país vecino, el madrileño, que por entonces contaba con 22 años, casado y con un hijo de apenas un año, recuerda «ese mar de arena y lo estrafalario de los uniformes de los que ya estaban allí, pues nos permitían cortar las mangas y llevar pantalones cortos con las clásicas nailas, las sandalias».

Por su parte el zamorano, natural de Benavente, indica que «una zona con un clima totalmente distinto, rodeado de personas que no conocías o la férrea disciplina» eran las notas más negativas de la experiencia «aunque una vez que jurabas bandera e ibas a tu destino la situación cambiaba, aunque siguieras echando de menos a la familia, a la novia y a las amistades». Su destino fue El Aaillún entre los años 1973 y 1974, justo antes del inicio de las revueltas.

Más abajo, en La Güera, junto a Mauritania, estuvo destinado su compañero un año después, por lo que vivió la tensión del conflicto. «Llegué en plena ebullición de la Marcha Verde y el levantamiento del territorio. Me tocó la primera evacuación, en la que nos llevamos todos los enseres e incluso hasta los fallecidos a la península», recuerda. «A pesar de la tensión vivida esos días fue una experiencia inolvidable. Aunque yo era una persona que había viajado ya mucho, así que para mí no era una novedad el volar o coger el barco, no deja de ser extraño el estar tan lejos de la familia y pasar largas temporadas sin tener contacto con nadie», reconoce.

La exposición, que estará abierta hasta el próximo día 25, está promovida por el grupo Veteranos del Sáhara, al que pertenecen ambos, y que cuenta con una completa página web «sahara-mili.net», promovida por Juan Piqueras. Desde ella se pretende «poner en común las vivencias en el Sáhara, alejados de cualquier tinte político, y contactar con antiguos compañeros», sugiere Leria.

La muestra se convierte así en una buena oportunidad para refrescar la memoria de la gente, acercar la reciente historia de España y no dejar en el olvido al pueblo saharaui.