Dedicado con respeto, el mismo que ella no tiene para con los demás, a la señora Colau, alcaldesa de Barcelona. Esta señora es una hipócrita redomada. Vivimos en un mundo en el que todos nos regimos por un conjunto de reglas que nos permiten movernos de forma aceptable, con un comportamiento que podríamos definir como políticamente correcto. Los que violan esas reglas son, simple y llanamente, hipócritas. Y en materia tal, Ada Colau se lleva la palma. Esta señora es como el capitán Araña, embarca a la tropa, mientras ella se queda en tierra.

Eso se desprende de las declaraciones efectuadas por la presunta poetisa Dolors Miquel, un dolor, peor que el de muelas o el de apendicitis, para esta composición literaria concebida como expresión artística de la belleza. Cinco meses después de pronunciar su polémico Padre Nuestro sexual en los premios Ciudad de Barcelona, la presunta ha asegurado que el contenido del poema le fue "impuesto" por los organizadores del evento designados por la Colau para diseñarlo. Es decir, que la alcaldesa estaba al tanto, que ella lo había provocado aunque se hizo la longuis y como siempre sucede apeló a la libertad de expresión cuando empezaron a lloverle las críticas.

Resulta que el insulto no lo escogió la Miquel, sino que fue una especie de "simpática y agradable imposición de los que llevaban el asunto de los premios para Colau". Esto está publicado en las redes, el mismo medio en el que Dolors reconoce: "Caí como una burra". Es decir, que está arrepentida, que no se muestra muy orgullosa de su proeza poética, que más que una oración lo suyo fue una detracción, una blasfemia, un insulto gratuito y absurdo a todos cuantos profesamos la fe católica. Para ofendernos no hace falta meterse con Dios, no hace falta introducirse en el hogar del Señor con engaños y en lugar de santificar su nombre, arrastrarlo por el lodo.

La Colau será todo lo alcaldesa que usted quiera, pero sigue conservando el pelo de la dehesa de activista y populista que no le ha abandonado. El "seny" que había caracterizado a políticos como Tarradellas, convertido en historia, alejado en el hablar y en el obrar de los políticos de nuevo cuño y también de algún que otro viejo político que está más cerca del populismo que de la ponderación y prudencia que acreditaban los grandes políticos catalanes de todos los tiempos, entre los que no se encuentran ni Pujol, ni Mas, ni siquiera el mismísimo Durán i Lleida a quien, al parecer, le gustaba el dinero tanto o igual que a don Jordi y a don Artur.

Hay que tener memoria y recordar la reacción airada de la alcaldesa después de que el líder del PP en el Ayuntamiento de Barcelona decidiera abandonar la entrega de premios nada más escuchar aquel inicuo y retorcido: "Madre nuestra que estás en el celo, sea santificado vuestro coño". ¡No te jo?.roba!, ¡el de la Colau! Yo también creo que la cultura debe poder expresarse sin miedo a la censura ni al dirigismo partidista. Pero nunca defenderé la cultura agresora, ofensiva, pendenciera, transgresora, agreste y camorrista que defienden gentuza como la Colau, la Maestre, sí hombre, la que entró en la capilla de la Complutense desnuda, y otras que tal bailan.

Que nos dejen en paz a los católicos que nada les hemos hecho. Si acaso rezar por ellos para que Satán no les confunda de la forma descarada que lo viene haciendo.