Las personas mayores estábamos acostumbradas en nuestra tierra a que, cuando llegan estas fechas de Todos los Santos dedicamos nuestro pensamiento a recordar a los difuntos llevándoles flores a los cementerios adonde están enterrados.

Además de esta celebración de homenaje a quienes nos precedieron en la marcha al "más allá", teníamos costumbre de acudir a ver la representación de "Don Juan Tenorio", bien en algún teatro o en las televisiones, pero el Tenorio ha sido desplazado y casi olvidado, porque la juventud prefiere Halloween, celebración que nos ha llegado a través de la información que nos transmiten los medios de comunicación y porque nos agrada hacer lo que se hace en otros países.

Aunque la fiesta de Halloween nos parece algo nuevo que hemos conocido como procedente de América, resulta que tiene sus orígenes en la remota época de los celtas. Los celtas creían que la línea entre los vivos y los muertos se acortaba en estos días del año; amigos y familiares que habían muerto volvían al mundo de los vivos reencarnados en algún animal, a menudo un gato negro, un símbolo de Halloween que ha perdurado a lo largo de los tiempos. Los druidas, sacerdotes celtas, acostumbraban a reunirse cada año para invocar a Saman, el dios de los muertos. A estas celebraciones paganas se añadieron otras costumbres que todavía hoy perduran, como encender fogatas, hacer caras con las calabazas y encender velas en su interior.

Fueron los inmigrantes irlandeses los que llevaron esta práctica a Estados Unidos, país que la ha comercializado hasta convertirla en uno de los festejos más importantes La gran influencia de la globalización nos ha hecho olvidar nuestras propias tradiciones y adoptar esta celebración que ya es universal.