Al grano

Zamora se escurre por la gatera

¿Qué hace a un pueblo impasible ante la autodestrucción?

Una de las naves del potente complejo fabril que LatemAluminium está construyendo en Villabrázaro.

Una de las naves del potente complejo fabril que LatemAluminium está construyendo en Villabrázaro. / J. A. G.

Celedonio Pérez

Celedonio Pérez

¿Qué hace a un pueblo impasible? ¿Qué hace a un pueblo impasible ante la autodestrucción? Debe ser la soledad de la historia, cuando te han dejado tirado desde hace siglos y ha hecho callo el abandono. O el desaliento ante mil proyectos evaporados, inconclusos, emponzoñados antes de que salgan a relucir. O la falta de liderazgo porque quien hubiera podido ejercerlo se dio cuenta pronto que este pueblo no tiene remedio y se marchó fuera. O el victimismo sempiterno que te va esclerotizando y acostumbrando a vivir en las mañanas de helada...

Zamora, como provincia, se está yendo por la gatera. Lo vemos cada día como el que ve llover y preferimos silbar y entonar aquello de sálvese quien pueda, mirando por los retrovisores en vez de por la luna delantera. No es que sea un mal propio, lo padecen otras provincias, otras comunidades autónomas, la España de interior (Madrid no, que es un agujero negro que lo absorbe todo), la España rural, quien vive lejos de la cosa; pero aquí duele más porque el callo se ha agrietado, duele como una escanda entre uña y carne.

Acotas el tiempo y te quedas, yo que sé, con la última semana. Y apuntas. Quejas porque la sanidad pública está cogida con alfileres. Sí, ya sé, que también ocurre en toda España. Pero es que aquí hay comarcas, como La Carballeda, que tienen la mitad de plazas de Atención Primaria sin cubrir. Los viajeros de tren protestan por la carestía de los billetes y la falta de servicios ferroviarios. Sí, ya sé que ocurre en toda España. Pero es que aquí tenemos una estación de Ave, en Sanabria, donde no para el tren, o lo hace solo de vez en cuando, o donde, como ha ocurrido alguna vez, cuesta más llegar a Puebla desde Zamora que hacerlo a Orense.

En muchos pueblos zamoranos ya no se "planta" el Mayo porque no hay gente para levantarlo. En Venialbo lo han hecho los mayores ante la falta de quintos, en otros pueblos se "plantan" ramas porque no hay jóvenes. Son ya muchos los municipios sin bares, sin tiendas, sin colegios. La retahíla de ausencias es tan larga como desasosegante. Quedan, eso sí, los apeaderos de la vergüenza en la Ruta de la Plata, cuya reapertura, qué pena, ya nadie —o casi nadie— se cree.

Ocurren cosas en esta provincia que hielan la sangre. La tardanza en la llegada de fondos del Ministerio de Industria obliga a LatemAluminium a presentar un ERTE antes de acabar las obras de su factoría en Villabrázaro que tiene previsto emplear a 500 trabajadores.

¿Qué hace a un pueblo impasible ante la autodestrucción? Aguantar y aguantar, sin rechistar, hasta que el agua llegue a la boca y haga efecto.

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