Entrevista | José Miguel Serrano Egiptólogo y arqueólogo del proyecto Djehuty

José Miguel Serrano, egiptólogo: "Hay papiros de contenido pornográfico, con sexo explícito y rasgos grotescos"

"Orgías las ha habido toda la vida y en el Antiguo Egipto las tenemos recogidas en la literatura, en el arte no hay nada indecoroso"

El egiptólogo José Miguel Serrano, en el yacimiento de Djehuty. | Cedida

El egiptólogo José Miguel Serrano, en el yacimiento de Djehuty. | Cedida / Alberto Ferreras

No existía el concepto de pecado, se han descrito orgías e incluso pergaminos pornográficos. Esas son algunas características del Antiguo Egipto en cuanto a sexualidad que ha desgranado en Zamora el catedrático de Historia Antigua de la Universidad de Sevilla José Miguel Serrano en el ciclo de conferencias del Antiguo Egipto que promueve el Ayuntamiento en la Alhóndiga. En la entrevista abunda en cómo se vivía la sexualidad en esa civilización.

PREGUNTA–¿Cómo ha abordado la sexualidad del Antiguo Egipto en su ponencia?

RESPUESTA–Enfoqué el tema como una parte más de la cultura, de la sociedad y de la civilización egipcia, de lo que representaba, como forma de evocar procesos naturales, la fecundidad, la sexualidad en el mundo de los dioses y como las divinidades también expresaban su forma de intervenir en el mundo con actitudes o relaciones sexuales. Luego pasé al campo más humano, al tema de las relaciones sexuales en la sociedad, empezando por el propio monarca, el faraón y terminando por las clases más populares. Se trata de proporcionar información de uno de los aspectos de la sociedad egipcia que tradicionalmente se ha quedado un poco oscurecido. Ahora los estudios históricos han incorporado esa temática que antes estaba marginada o era un poco tabú.

Las relaciones homosexuales estaban aceptadas, hasta algún rey las mantuvo

–¿El faraón tenía poder absoluto también sexual? ¿podía elegir a todas las mujeres que quisiera?

–El soberano tenía poder absoluto pero no derechos de pernada, como se decía en la Edad Media. Tenía que estar sometido a unas reglas de comportamiento bastante estrictas que afectaban también a su sexualidad. Podía tener varias esposas pero además tenía un perfil religioso como Dios y tenía que cumplir su papel, llevar una vida sexual orientada a la reproducción, a dar un heredero al trono y a que la familia real fuera numerosa. También tenía relaciones con divinidades femeninas.

–¿Esas divinidades eran de carne y hueso?

–No. Eran simbólicas, al contrario que en otras sociedades, como en Mesopotamia, en las que una mujer podía encargar una divinidad. Aquí era todo más simbólico. Por ejemplo, la reina en un momento determinado podía asumir ser la diosa Isis con la que el faraón se unía, aunque en realidad lo hacía con su esposa, que asumía la encarnación de esa divinidad femenina. Él también encarnaba divinidades masculinas como el dios Ra.

El sexo no tenía que ver con lo religioso, no había un concepto de pecado en Egipto

–¿En cuanto al pueblo llano, cómo era la sexualidad?

–El problema es que estamos menos informados, a medida que vamos bajando la escala social. Hay bastantes interrogantes, pero está claro que en el Egipto faraónico no era costumbre tener varias mujeres, la poligamia que muchas veces es modelo de sociedades orientales no se daba allí. Una cosa es que el rey tuviera varias esposas porque era el monarca, pero lo normal del rey para abajo era la pareja monógama, formada por un hombre y una mujer, aunque a veces se ha constatado que un hombre tenía tres o cuatro esposas, pero no al mismo tiempo porque la mortalidad de la mujer era muy alta con los embarazos y los partos.

–¿Relaciones homosexuales se ha llegado a constatar si se daban o no?

–Sí, estaba aceptado. No era una especie de estigma pecaminoso, aunque socialmente no estaba tan bien visto como una relación heterosexual simplemente porque lo que importaba era tener hijos. Pese a ello se conocen parejas homosexuales incluso de la élite y hasta hay historias en las que el propio rey ha mantenido relaciones de tipo homosexual. Eso sí, siempre son referencias a homosexualidad masculina, la femenina es una gran desconocida, como siempre pasa, pero hay algunos indicios, a través de incluso del arte, de una proximidad entre figuras femeninas que difícilmente a veces se le puede escapar a uno la idea de que es más que un puro gesto y pueden contener un trasfondo sexual.

La institución del matrimonio no existía pero llevar una vida disoluta causaba escándalo

–¿Y casos de transexualidad, resulta más difícil de saber si los hubo?

–Claro, es diferente porque en la documentación se habla de nombres masculinos o femeninos y llegar a identificar la figura de un transexual es muy difícil. Ese es otro gran agujero negro que tenemos en los estudios sociales en relación a los temas sexuales. Pero se está avanzando por el estudio patológico de momias, pero una cosa es que tengamos la capacidad de detectar la transexualidad y otra cosa es cómo se reflexionaba socialmente, y de eso ya existe muy poca o ninguna información.

–¿Existían tabúes respecto al sexo?

–En la sociedad egipcia el sexo no tenía nada que ver con lo religioso, no había un concepto, por ejemplo, de pecado como en el mundo contemporáneo derivado de las religiones monoteístas. Eso es una ventaja muy importante, se suponía que para el sexo había libertad plena. Si estaba además orientado hacia el estímulo y la fecundación, todavía más. Es decir, lo que pasa es que también hay una especie de decoro social que impedía, por ejemplo, que dos personas copularan a la vista de todos. Pero era cuestión más de control social, de puertas adentro en cada casa uno hacía lo que quería. Tampoco existía la institución del matrimonio como institución religiosa que formalizara la unión entre un hombre y una mujer. Los egipcios sí se escandalizaban cuando alguien llevaba una vida disoluta, pero no porque fuera un pecado sino porque no hacía lo que tenía que hacer, casarse, tener hijos y contribuir a que la reproducción humana siguiera adelante.

–¿Estos aspectos de la sexualidad los han visto también en el yacimiento de Djehuty en el que trabaja?

–Sí. Una de las cosas más curiosas que tenemos es que en Djehuty, que era un ilustre egipcio, no hay una mujer representada, bien porque fuera soltero o porque no tuviera interés en que apareciera recogida debido a que era ministro de una de las pocas mujeres que llegó a ejercer como faraón y sería una forma de proyectarse a la figura femenina de la reina. En nuestras tumbas hay muchas representaciones de mujeres en distintas actitudes, bailarinas y músicas, en las que el estímulo sexual está implícitamente reconocido.

La poligamia del rey para abajo no se daba, no era costumbre tener varias mujeres

–¿Había pornografía, dibujos de sexo explícito?

–Sí que los tenían. Aparte de representar el arte oficial, a los egipcios les gustaba mucho hacer una especie de cómics, dibujos de entretenimiento cómicos o satíricos y ahí entran muchas veces bromas sexuales, representaciones de un hombre y una mujer copulando en distintas posturas. Tengo algún compañero egiptólogo dedicado a ese tipo de investigaciones. En algunos papiros aparecen representadas mujeres que posiblemente fueran prostitutas ofreciéndose y hay otros papiros de un contenido claramente muy pornográfico, con sexo muy explícito y además un poco grotesco, con personajes deformes o con exageraciones de los rasgos sexuales. Por supuesto que hay representaciones de tipo pornográfico, y no pocas.

–¿Orgías también ha habido?

–Sí, las ha habido de toda la vida y en Egipto las tenemos recogidas sobre todo en la literatura. En el arte no está representado nada indecoroso pero en los cuentos y relatos que nos han quedado del Antiguo Egipto sí.

–¿Cómo era la estructura familiar?

–Se adapta al modelo de familia básica nuclear: padre, madre y los hijos. Es curioso que los círculos familiares amplios de primos, tíos o abuelos, que en otras sociedades son tan fuertes, allí tenían bastante menos fuerza. De hecho, no había término para llamar al tío, al abuelo o al sobrino.

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