La Politécnica estudia el uso de la piel del pistacho como herbicida natural

El proyecto, en colaboración con la Facultad de Ciencias Agrarias, obtiene el apoyo de los premios de investigación TCUE de la USAL

Desde la izquierda, Remedios Morales, Ana María Vivar y José Miguel Mateos, con el diploma. | Cedida

Desde la izquierda, Remedios Morales, Ana María Vivar y José Miguel Mateos, con el diploma. | Cedida / B. Blanco García

Beatriz Blanco García

Beatriz Blanco García

Un residuo como la piel del pistacho puede convertirse en un producto que minimice los riesgos de plagas en cultivos de una manera natural. Ese es el objetivo del proyecto realizado por la Escuela Politécnica Superior de Zamora con la Facultad de Ciencias Agrarias y Ambientales de la Universidad de Salamanca, que ha recibido el segundo premio de los galardones TCUE, que otorga la Junta de Castilla y León, lo que le concede un espaldarazo económico para su desarrollo.

"Potencial bio-herbicida y antifúngico de las pieles de pistachos" es el título de este estudio que desarrolla el equipo investigador que forma parte del grupo de "Alimentos: producción, elaboración y caracterización" de la USAL, compuesto por María Remedios Morales —investigadora principal—, Ana Vivar Quintana, Rodrigo Pérez y Ana Isabel González.

Aprovechamiento de residuos

"El proyecto propone el uso como bio-herbicida y posible fungicida del pericarpio del fruto del pistacho. Su posible aprovechamiento facilitaría la gestión ecológica y sostenible del sistema de este cultivo dentro de un modelo de economía circular", resume desde la Politécnica Ana María Vivar Quintana. El resultado sería un fungicida "de origen natural, de rápida degradación, de poca o nula toxicidad en mamíferos y utilizable en agricultura ecológica", detalla como principales beneficios.

"Potencial bio-herbicida y antifúngico de las pieles de pistachos"

"Potencial bio-herbicida y antifúngico de las pieles de pistachos" / Cedida

La idea surgió tras un proyecto previo con el que el grupo de trabajo comprobó un alto efecto alelopático —es decir, que provoca que las plantas no puedan crecer o desarrollarse de forma adecuada— provocado por el árbol del pistachero sobre algunas especies de malas hierbas. "A partir de los resultados que se obtuvieron, se determinó que existe este efecto de raíces y, sobre todo, de hojas de pistachero en algunas especies de las malas hierbas frecuentes en ecosistemas agrícolas. Algunos estudios señalaban que la cantidad de compuestos fenólicos presentes en pieles del fruto es superior al de las hojas, por lo que se planteó este proyecto estudiando si las pieles se podrían aprovechar para el control de malas hierbas", detalla.

Comprobar el efecto herbicida

Los primeros pasos se están dando en la Facultad de Ciencias Agrarias y Ambientales, donde se realizan ensayos con extractos preparados a partir de las pieles para comprobar el posible efecto herbicida. "Se realizan bioensayos de germinación con cuatro especies de malas hierbas y cuatro cultivos para comprobar este efecto. También se realizan ensayos de cultivo de trigo y lenteja en macetas, en los que se incluyen semillas de malas hierbas. Al mismo tiempo, se evalúa el efecto antimicrobiano frente a patógenos vegetales de tipo fúngico", explica la investigadora.

"Potencial bio-herbicida y antifúngico de las pieles de pistachos"

"Potencial bio-herbicida y antifúngico de las pieles de pistachos" / Cedida

La labor de la Politécnica de Zamora, en estos primeros pasos, se centra en la caracterización de los extractos de las pieles, cuantificando e identificando los compuestos fenólicos presentes.

El objetivo que persigue el equipo de trabajo es "valorizar un producto que ahora mismo constituye un residuo para los productores de pistacho. Actualmente, se buscan fitosanitarios biológicos basados en extractos de algunas plantas, que permitan una gestión más ecológica del control de malas hierbas, plagas y enfermedades", justifica la profesora de la Politécnica. Y, hasta la fecha, nadie se ha fijado en las posibilidades del pistacho. "Por lo tanto, el aspecto diferencial de este proyecto se basa en dos puntos clave: usar partes de plantas que no tendrían otro uso y generar un valor añadido a partir de un residuo", subraya.

Financiación para su desarrollo

El equipo presentó esta idea a la convocatoria Desafíos, dentro del Programa de Transferencia Universidad-Empresa (TCUE) y este segundo premio les concede la financiación necesaria para desarrollar el estudio. "También resulta muy gratificante este reconocimiento al trabajo que se desarrolla en la investigación más aplicada, especialmente en un sector como el agrario", agradece Vivar Quintana.

En la actualidad, se están elaborando los primeros extractos con las pieles del pistacho y se han puesto en marcha los bioensayos de germinación con cultivos y malas hierbas, "mientras que también se están realizando enfrentamientos in-vitro frente al patógeno Rhizoctonia solani", añade.

La duración del proyecto es de doce meses. "Los resultados deberán estar listos en junio de 2024", calcula la investigadora, quien también señala que "en función de lo que se obtenga, se podrá continuar trabajando sobre este tema", finaliza.

Suscríbete para seguir leyendo